16. Una extraña normalidad

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Al otro lado del umbral, una Erica vestida de deporte la esperaba dando golpecitos con el talón sobre el caro suelo de linóleo.

—¡Hola, El! —la saludó, jovial—. ¿Lista para irnos?

Elaine parpadeó, confusa, antes de recordar que había quedado con su mejor amiga para ir a ver a Liam aquella tarde. Erica la recogía, la dejaba con su hermano y luego se iría a entrenar hasta que terminase la reunión.

—¡Eri! Ay, cielos. Casi se me olvida, qué despiste tengo hoy. —Antes de dar tiempo a contestar a la joven de pelo azul, Elaine cogió al vuelo el bolso preparado y cerró la puerta tras de sí—. ¡Vamos!

Tras reponerse, Erica soltó una risita.

—Anda, vamos, despistadilla mía ―la chinchó sin maldad―. ¿Qué tal ayer con Harvey, entonces?

Se la veía casi ufana y Elaine sabía por qué era. Después de haber consentido que Harv saliera con ella, no había motivo aparente para que Ken rechazase la esperada cita entre Liam y Elaine. Mientras caminaban hacia el ascensor, no obstante, la joven rubia miró su móvil con discreción y tecleó una despedida rápida para Ban. A pesar de todo, le daba reparo dejarlo así sin más respuesta. Para su desgracia, Erica la pilló guardando el teléfono en el último momento y enarcó una ceja, interesada; pero Elaine se limitó a devolverle un gesto de inocencia angelical. Su mejor amiga meneó la cabeza mientras entraban en el ascensor.

—Tú estás rara, últimamente ―comentó, mientras las puertas se cerraban.

Elaine procuró camuflar un respingo antes de sacudir la cabeza para esconder el rostro entre los mechones rubios, colorada como la grana.

—¿Qué? Imaginaciones tuyas...

Erica, para su sorpresa, suspiró con cierto nerviosismo.

—Bueno, también puede ser...

Elaine la encaró.

—Y ¿eso qué significa? —inquirió, sardónica.

La expresión de Erica, como suponía, cambió de golpe antes de acercarse a ella con aire conspirador. Sin embargo, no dijo nada hasta que no estuvieron a solas en el ascensor de personal.

—Elaine. No te lo vas a creer, pero... —susurró, antes de alzar la voz—. ¡Van a presentarme al bailarín del otro día!

La rubia enarcó una ceja, al tiempo que su boca se abría en una "O" incrédula.

—¿En serio? ―se maravilló, antes de fruncir el ceño con extrañeza―. Pero... Si no estabas interesada en chicos en los últimos tiempos...

Su mejor amiga bufó, casi como si aquel comentario fuese cosa de un pasado muy lejano.

—Pero ¡por favor! ¿Tú lo viste bien? —Mientras llegaban al aparcamiento de la torre, Erica puso los ojos en blanco con aire teatral—. Lo de ese cuerpo es demasiado...

Elaine se rio sin poder evitarlo. Fuera por lo que fuese, a la joven de pelo azul esta vez le había dado fuerte y ella se alegraba de verla tan feliz.

—Eres incorregible, Eri. ¿Lo sabías?

Su amiga, por toda respuesta, le guiñó un ojo. Justo en el instante en que la campanita de la puerta sonaba, las hojas metálicas se abrían hacia un lado y recibían la fresca brisa del sótano con deleite. El verano apenas acababa de empezar, pero no podían negar que a determinadas horas el calor ya era insufrible. De hecho, en cuanto el coche arrancó, Erica subió el marcador del aire acondicionado sin pensárselo dos veces.

—Entonces ¿cuándo quedas con él? —quiso saber Elaine, intrigada―. Y ¿sabes cómo se llama?

Como había dicho, hacía tiempo que no veía a Erica tan entusiasmada con una cita y le podía la curiosidad. La joven de pelo azul, por su parte, resopló y movió una rodilla con aparente inquietud mientras no despegaba la vista de la carretera.

Baila Para Mí: porque todos nos merecemos una oportunidad para brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora