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Proposal

Es gracioso de recordar, se habían reído cuando lo hicieron

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Es gracioso de recordar, se habían reído cuando lo hicieron.

Les gustaban los jardines, los momentos más inolvidables de su relación habían ocurrido en uno.
Ya sea el de la mansión Phantomhive o la mansión Trancy, ambos muy bien cuidados por órdenes de los condes, pues contaban con un increíble valor sentimental.

En un jardín se reunieron por primera vez luego de conocerse y desde ese momento ambos supieron cuánto adoraban aquellos espacios, otro hecho que compartían. Pero la diferencia fue que las flores favoritas del rubio eran los jacintos azules y las del peliazul las rosas blancas.

Fue en una tarde de primavera en la que el atardecer pintado de azúl brindó un ambiente mágico, Alois se había sorprendido cuando notó que en el jardín de Ciel abundaban sus flores preferidas.
Lo había mirado con una sonrisa enternecida.

Cieeeel!

-¿Te gusta?

-¡Obviamente, idiota!

Respondió maravillado, no se esperaba un gesto de ese calibre por parte de un ser que solía verse amargado todo el tiempo.

El de ojos zafiro contempló al hermoso chico que tenía enfrente, como repartía caricias a las flores con delicadeza, como si el hecho de poder dañar un solo pétalo lo aterrara.
Podría permanecer observando lo que restaba de la noche, por él estaba bien.

El ojiceleste se congeló cuando al dirigir su atención nuevamente a su acompañante este le obsequió un ramo de aquellas mismas flores que tanto adoraba.

Una fina lágrima comparable a una perla deslizó de aquellos ojos por el genuino sentimiento de felicidad por ser tratado de una forma tan considerada cuando en el pasado ello solo podía considerarse un sueño.
Abrazó el ramo con devoción en su sonrisa y acción, le encantaría que ese instante fuera eterno debido a la perfección con la que todo se estaba dando.

Ciel no pudo guardarlo más tiempo, se acercó lentamente y abrazó al más bajo con la misma delicadeza con la que él abrazaba a sus jacintos.
Un brazo rodeaba su cintura y la otra su cabeza, en la que el mentón del más alto descansaba con tranquilidad en su semblante.

¿Podría alguien frenar el tiempo?
Cuando el conde Phantomhive recapacitó lo imposible de su deseo respiró profundo, inundando sus fosas nasales del olor a lavanda que despedían los cabellos dorados del contrario.

Cinco palabras fue lo que él necesitó para desear vivir.

-Alois, estoy enamorado de tí.

Slow Motion I CieLoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora