13-Slow Motion.

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Stop time.

Salió al diminuto jardín con una tristeza tranquila

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Salió al diminuto jardín con una tristeza tranquila.
No lloraba, no estaba tirado en el suelo ni sentía que iba a morir. Pero se sentía triste, melancólico.
Hoy era su cumpleaños número veinticuatro.

Había tenido que aprender a sobrellevar su tristeza, solía ser doloroso y difícil, pero había días no tan malos.

La realidad era que estuvo toda la mañana escondido del mundo en su habitación.

Se extrañó de no encontrar a nadie cuando se dignó a bajar, pero no quería darle demasiada importancia por lo que salió a su pequeño lugar feliz.

Observó el cielo, como si fueran los ojos de su amor.

—¿Dónde estás hoy? ¿Qué estás haciendo? ....¿Estás vivo? —Preguntó al aire, sin esperar de verdad una respuesta.

—Feliz cumpleaños.

Aún si fuera una voz más grave y ligeramente diferente, la reconocería en cualquier lugar.

Al voltear leve y lentamente, su mundo se detuvo.

Los pajarillos dejaron de escucharse, los otros pequeños bichitos también. Las flores dejaron de moverse por el viento que había sesado tan de repente, las nubes frenaron su movimiento y todo se redujo a ellos dos.

Lo único que siguió moviéndose fueron sus miradas, que se buscaban con incredibilidad e ilusión.

El contraste de la medianoche con la mediodía nunca dejó de ser preciosa.

Eran como lo mismo, pero absolutamente diferentes.

Todo seguía en silencio, hasta que fue roto por el sonido de sus respiraciones y sus latidos, estaban casi seguros de que podían escucharlos.

La maravilla que el peliazul experimentaba después de pasar por lentos años de tortura era abrumadora, aquellos ojos seguían siendo tan expresivos que seguía sin creer que fueran reales.

Alois era un caso a parte, le parecía imposible estar sintiendo tanto repentinamente, de repente sintió que se trataba de una broma cruel, un sueño o una ilusión y que su corazón dejaría de latir por la impresión. La muy pequeña sonrisa que tenía se desvaneció completamente incrédulo cuando sus ojos se encontraron. Era un sentimiento genuinamente fuerte y paralizante.

Y poco a poco parecían volver al mundo real, el viento chocando nuevamente contra sus cuerpos obsequiaba la sensación de ligereza, como si estuvieran flotando.

Todo parecía tener sentido nuevamente.
Y de la misma forma en que todo se detuvo, volvió a avanzar. Lo que había parecido horas tan solo fueron un par de minutos.

Slow Motion I CieLoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora