01-Pure

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First meeting.

Le pareció interesante

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Le pareció interesante.

Eso fue lo que pensó la primera vez que lo vió en aquél bello jardín cuando el cielo se tornaba violáceo, a punto de oscurecerse por completo.

Todo en él llamaba la atención, llegando al punto de pensar que no era un humano, era demasiado irreal como para procesarlo rápidamente.

-¿Conde? ¿Va a dejarme con la mano extendida?

-Lo lamento. Soy el conde Ciel Phantomhive.

Tuvo que salir de su ensoñación abruptamente cuando esa melosa voz salió de aquellos labios brillantes y bonitos.

Se aborreció a si mismo por pensar de ese modo.

-¡Un placer conocerlo! Soy el conde Alois Trancy.

El toque de sus manos fue algo que, en contra de lo que pensarían normalmente, fue mágico.
¿Como un simple roce podría otorgar tanta calidez? Parecían encajar perfectamente como si de un rompecabezas se tratase. Querían separarse, pero parecía que una fuerza magnética mayor lo impedía.
Fue como si el tiempo se hubiera congelado. La gente dejó de bailar, el bullicio se convirtió en silencio absoluto, las nubes en el cielo dejaron de moverse. Simplemente todo había desaparecido, todo se había reducido a un roce de manos.

Lo único que siguió moviéndose fueron sus miradas, que se buscaron con sorpresa en contra de sus voluntades.
A pesar de ser del mismo color, el azul mediodía contrastaba increíblemente bien con el medianoche.

Eran como lo mismo, pero absolutamente diferentes.

Todo seguía en silencio, hasta que fue roto por el sonido de sus respiraciones y sus latidos, estaban casi seguros de que podían escucharlos.

La maravilla que Ciel estaba experimentando por primera vez en su existencia luego de un desenlace que no se dió era abrumadora, esos ojos eran tan expresivos que también dudaba que fueran reales, era como un ángel con su pálida piel color luna y su brillante cabello color sol, casi podía llegar a creer que era un muñeco de porcelana por la suavidad y lo tersa de su piel.

Alois era un caso a parte, no lo podía creer, le parecía imposible estar sintiendo tanto repentinamente, de repente sintió que podía ponerse a llorar ahí mismo y que su corazón dejaría de latir por la impresión. La sonrisa que tenía antes del toque se desvaneció completamente incrédulo cuando sus ojos se encontraron. Era un sentimiento genuinamente puro. El cabello del contrario era el equivalente al color del océano a medianoche y sus ojos parecían hechos de zafiros preciosos que desearía lo contemplaran por siempre como en ese instante.

Y poco a poco parecían volver al mundo real, pero curiosamente, la música ya no era molesta, si no que mantenía un ambiente de ensueño, el sonido de los grillos y demás bichos nocturnos brindaban serenidad, las luces aportaban una calidez que no se sentía antes y el viento chocando levemente con sus cuerpos obsequiaba la sensación de ligereza, como si estuvieran flotando.

Slow Motion I CieLoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora