Capítulo 2

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Maldición, su cuerpo no estaba de acuerdo con su cerebro.

Mientras que la cabeza de Bambam, le gritaba que sacara una daga y la hundiera en la garganta de Jaebeom, la polla y la líbido de Bambam querían algo muy diferente.

No era sólo que Bambam tuviera una erección de la puta madre, sino que estremecimientos de deseo danzaban de arriba abajo por su columna vertebral. Debería estar tratando de empujar el duro y musculoso cuerpo de Jaebeom de encima de él, pero Bambam se encontró queriendo envolver sus brazos en torno a Jaebeom y apretarlo con fuerza.

Cómo diablos toda esta situación había pasado de un ataque, a un momento de oh, fóllame, por favor, era más o menos la historia de la vida de Bambam.

Él no iba por ahí como una puta y follando a todos los tipos con los que se cruzaba. Y tampoco era una virgen ruborizada, pero Bambam tendía a ser reservado. Era demasiado peligroso no serlo. Claro que se las podía arreglar mejor que la mayoría, era sólo que no quería terminar con una banda tras su culo. Así que sólo salía a trabajar, y luego se iba de vuelta a casa. Eso le ponía un freno a su vida social, pero ya se había acostumbrado desde hacía mucho tiempo atrás.

Bambam aún tenía que salir de esto. ¡Aun cuando Jaebeom fuera un maldito Dios! Con su pelo rubio ligeramente largo, sus tranquilos ojos marrones, y su voz suave, era todo lo que Bambam había buscado en un

hombre. Sin mencionar, que la erección de Jaebeom, que en ese momento la estaba frotando contra Bambam, ¡era impresionante!

Todo aquello hizo que por un segundo, Bambam se preguntara si podría romper las reglas de los Asesinos por esta única vez y hacerle el amor a su objetivo antes de acabar con él. Vaya, esas palabras sonaron taaaaaan mal. Incluso para la jodida cabeza de Bambam.

Bambam hasta se sentía algo culpable por mentirle a Jaebeom. Él no era un Ratel en lo absoluto. Era un Petauro del Azucar. No es que le preocupara que Jaebeom reconociera su olor. Hasta donde Bambam sabía, Minghao y él eran los únicos que quedaban de su especie. Los Petauros habían sido una raza débil y se habían extinguido al ser cazados por otros cambiaformas. La única razón de que Bambam hubiera sobrevivido por tanto tiempo, había sido gracias al intenso entrenamiento al que su abuelo lo había sometido.

—¿Alguna vez te saldrás de encima de mí? ¿O vamos a holgazanear aquí afuera en este camino asqueroso toda la noche? —Bambam preguntó con su mejor voz de aburrimiento.

—¿Por qué? —Preguntó Jaebeom—. ¿Tienes otros planes para esta noche?

—Bueno, después de matarte, iba a tratar de meterme en otro trabajo más tarde —Bambam admitió.

Jaebeom levantó una ceja.

—Eres un chico muy ocupado.

—Sep, no importa si mi uniforme pasa tu inspección o no. Aún soy un Asesino, y mientras más gente mate, más recibos podré pagar.

—Siento mucho decepcionarte, pero este objetivo no va a caer. He estado siendo amable y siguiéndote la corriente antes, pero ya es suficiente.

Por primera vez en la noche, la duda comenzó a arrastrarse por Bambam. Había hecho su investigación sobre Jaebeom. Aunque había sido un poco superficial, Bambam había estado seguro de que podría acabar con el Leopardo.

—¿Estás esperando a que alguien venga a ayudarte o algo? —Bambam se burló—. Sé con certeza que no tienes amigos. Todos los Leopardos son unos solitarios. Tú no eres la excepción.

—¿Y de dónde sacaste esa información exactamente?

—Yo no delato mis fuentes.

—Déjame adivinar. ¿Fue Mickey? —Jaebeom negó con la cabeza—. ¿No sabes que no debes confiar en un cambiaforma Rata jamás? Te dirán lo que sea por veinte verdes.

Serie de la HdA 02 - Jaebeom Tiene una GolosinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora