Fluke se colocó boca abajo, permitiendo que el calor del sol lo acariciara mientras descansaba en una hamaca frente a la casa de la playa. Estaba solo, y por una vez se alegraba. Había dormido mucho tras tomarse unas pastillas para el dolor de cabeza que había empezado a rondarle las sienes tras aquella espantosa cena.
Las pastillas le habían hecho efecto enseguida, y no fue consciente del momento en que Ohm se metió en la cama. Luego, cuando el brillante sol de la mañana atravesó las cortinas ornamentales del dormitorio, Ohm se había inclinado sobre él y lo había despertado sacudiéndole suavemente el hombro.
— Tengo que ir a la villa, pero no tardaré mucho — le había dicho. — En cuanto regrese, partiremos hacia Sardinia.
Aunque Fluke había estado medio dormido, había captado la tirantez de su tono de voz, pero no le hizo ninguna pregunta. Ohm se había marchado.
Fluke estaba preocupado, pero no quería pensarlo. También se encontraba algo mareado. Tal vez esa espantosa cena le hubiera sentado mal al estómago, además de al estado de ánimo. Fluke se acomodó perezosamente, deseando no sentirse así. Se sentía muy afortunado por estar tumbado en una playa mediterránea, viviendo con tanto lujo, en lugar de trabajando como un esclavo en Londres en algo que no le gustaba hacer. Y tenía tanta suerte de estar con Ohm...
Fluke esperaba sentir la cálida oleada que siempre le llegaba al pensar en él, pero no llegó. Lo que surgió en su mente fue la dureza de su perfil y el desapego que había mostrado hacia él cuando regresaban de la espantosa cena de la noche anterior.
Fluke sintió una punzada de incomodidad.
El ruido de las piedrecitas de la playa crujiendo lo sobresaltaron. Fluke se incorporó a medias apoyándose sobre un hombro, con el cabello cayéndole por los ojos y la camisa colocada muy baja sobre su pecho. Alzó la vista. Delante del sol había una sombra alta y masculina. Dio un paso hacia él.
— Vaya, vaya, así que aquí está el delicioso cualquiera de Ohm, luciendo su piel sensual y bronceada...
La voz hablaba en inglés con marcado acento nativo.
Fluke se lo quedó mirando. No podía hacer otra cosa. La figura se acercó más y se dejó caer con naturalidad a su lado en la tumbona. Él parpadeó. Era un hombre joven, bronceado, con cabello oscuro y un par de ojos azules penetrantes que lo miraron fijamente. Unos ojos que le estaban quitando el traje de baño con la mirada.
Antes de que Fluke se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, el joven estiró la mano y se la pasó lentamente por su redondeado trasero.
— Oh, qué delicia. Delicioso — volvió a decir la voz de acento marcado. — Supongo que teniendo en cuenta que te acuestas con Ohm, no te importará acostarte conmigo también, ¿verdad?
El hombre alzó una ceja en gesto interrogante con la mano todavía apoyada en su trasero.
Fluke le dio una bofetada. Fue un gesto instintivo nacido de la rabia y la ofensa. El hombre se fue hacia atrás de manera exagerada y luego se puso de pie. Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones cortos y observó cómo Fluke se ponía de pie, retrocediendo y agarrando un chal para taparse.
— Yo también puedo regalarte diamantes —dijo el hombre con el mismo acento sin apartar nunca los ojos de él. — Tal vez no tenga una cuenta bancaria como la de Ohm, pero desde luego puedo comprarte diamantes — los ojos del hombre volvieron a desnudarlo.— Y tú vales la pena, ángel, desde luego que vales la pena — dijo con voz ronca.
Y comenzó a avanzar hacia él con decisión. Fluke sintió pánico. Se agachó a recoger la piedra más grande que encontró y estiró el brazo hacia atrás.
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No sólo una aventura
FanfictionFluke Natouch había entrado en el lujoso mundo del millonario griego Ohm Thitiwat. Tendría todo lo que pudiera desear... si estaba dispuesto a pagar el precio. Era un sueño hecho realidad. Lo que compartían en el dormitorio era sencillamente explos...