Fluke atravesó el parque para dirigirse al otro extremo. Era maravilloso estar en casa, se dijo. Maravilloso haber regresado a la ciudad en la que había crecido, en la que siempre había vivido. Todo le resultaba familiar, como si hubiera sido ayer cuando se subió al tren con el corazón dolorido para dirigirse hacia Londres.
Parecía como si nunca se hubiera marchado.
Pero eso no era cierto, por supuesto. Le habían ocurrido cosas que lo habían cambiado para siempre. Le había ocurrido Ohm Thitiwat.
A pesar de todos sus esfuerzos, de su alivio y su alegría por volver a estar en casa, por ser recibido por gente a la que conocía de toda la vida, por tener por delante un futuro, todavía se sentía atrapado por los recuerdos.
¿Conseguiría librarse algún día de ellos? Así tenía que ser. Sin duda algún día dejaría de soñar, los recuerdos se borrarían y Ohm desaparecería. Igual que la breve y frágil vida que había crecido dentro de su cuerpo. Y sin embargo, parecía casi como si cada día que pasaba los recuerdos se hicieran más fuertes, más vívidos que antes.
En ocasiones, durante un breve instante, era casi como si le estuviera viendo, como si tuviera delante aquella figura alta y conocida mirándolo con aquellos ojos oscuros de largas pestañas, haciéndole temblar las rodillas y llenándolo de deseo...
Y entonces aparecía aquel odio oscuro y profundo.
Era a eso a lo que tenía que agarrarse. Eso era lo único que debía sentir. Aunque sería mejor no sentir nada en absoluto. Era mucho mejor zambullirse en la nueva realidad de su vida, aunque sufriera la punzada del dolor por la muerte de su padre. Su recuerdo estaba vivo en cada calle, en cada esquina.
Hacía tiempo que se había vendido la vieja casa, y aunque era una lástima, Fluke sabía que era mejor así. No podría haber vivido allí sin su padre. Era mejor acostumbrarse al alojamiento que había encontrado, sencillo pero cómodo, barato y cerca del lugar en el que necesitaba estar.
Y sí, aunque resultara doloroso vivir en Marchester sin su padre, le consolaba pensar que estaba haciendo justo lo que él quería que hiciese. Y era también lo que deseaba desde hacía tiempo, así que debía apreciarlo, valorarlo, disfrutarlo. Por encima de todo, tenía que enfrentarse al futuro, caminar hacia delante sin mirar atrás, hacia algo que no había sido más que un espejismo, una ilusión. Una ilusión decepcionante. Una lección que había aprendido con sangre. Ahora tenía por delante el futuro con el que siempre había soñado, y que había comenzado mucho antes de lo que había soñado posible.
Fluke apretó el paso y miró el reloj de la torre que tenía delante, situada al otro lado de la zona pavimentada del parque. Llevaba puestas unas sandalias de lona, a millones de años luz de las delicadas sandalias de piel que llevó durante un tiempo. El sencillo conjunto de algodón también estaba a años luz de la ropa de diseño que hasta hacía poco lo adornaba. Del hombro le colgaba un bolso grande lleno con todas las cosas que necesitaba. Llevaba el cabello recogido de manera informal en la nuca, como si nunca lo hubiera llevado suelto con mechones alborotados sobre el rostro bañado por el sol.
Bueno, ahora lo que necesitaba era ropa y calzado funcional, un bolso grande y que no le molestara el cabello sobre la cara. Una cara que ya no necesitaba más que agua y jabón. Cualquier otra cosa hubiera resultado superflua.
¿Qué le importaba ahora a él su aspecto? Nunca le había preocupado en exceso, porque la gente que lo rodeaba no le confería importancia. Pero en Londres, su físico le había proporcionado hostilidad, vergüenza o ambas cosas. Y también las atenciones de un hombre que...
¡No! Ya estaba haciéndolo otra vez. Pensar en él, recordarle, recordar aquel falso glamour por el que había pagado tan alto precio...
Fluke cruzó la verja de hierro victoriana del parque y se detuvo en la acera esperando a que el tráfico se tranquilizara. Dirigió la mirada hacia la escalera que subía hacia el imposible edificio que había al otro lado de la concurrida explanada. Una visión familiar que incluía siempre la figura de su padre bajándolas, con el ceño fruncido en gesto de concentración.
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No sólo una aventura
FanfictionFluke Natouch había entrado en el lujoso mundo del millonario griego Ohm Thitiwat. Tendría todo lo que pudiera desear... si estaba dispuesto a pagar el precio. Era un sueño hecho realidad. Lo que compartían en el dormitorio era sencillamente explos...