Fluke no tenía muy claro qué le había dicho a la vendedora, no se dio cuenta de que la mujer asintió y entró en el almacén. De lo único que fue consciente fue de que una mano fuerte como el acero le había agarrado la muñeca.
— ¿Cómo te ha llamado esa mujer?
Fluke posó los ojos en el rostro de Ohm, donde se dibujaba la estupefacción.
— Me ha llamado doctor Natouch — respondió con voz inexpresiva. — Porque eso es lo que soy. Aprobé el doctorado de investigación el año pasado, el año que murió mi padre. Él era investigador en esta universidad, y yo hice una investigación posdoctoral en su antiguo departamento.
Ohm tenía la mirada fija en él. Entonces la deslizó hacia su bolso, que estaba sobre la mesa. El contenido se asomaba. Ohm le soltó la mano y se acercó al libro que estaba encima de los demás.
— Inhibidores de la tirosina quinasa y neoplasia humana — leyó en voz alta.
— Bioquímica — dijo Fluke con el mismo tono inexpresivo. — Mi área de investigación son los procesos oncógenos. Es decir, cómo se conectan los genes relacionados en el desarrollo de un tumor cancerígeno, y cómo pueden desconectarse. Esa era también el área de investigación de mi padre. Continuó trabajando en ello hasta el final.
Fluke apartó la mirada. Todavía le resultaba muy doloroso pensar en lo decidido que estaba su padre a seguir viviendo mientras su investigación estuviera en curso.
— ¿Y a qué venía la farsa de el camarero?
La aspereza de la voz de Ohm borró el fantasma de su padre.
— No era ninguna farsa — respondió él con voz templada. — Mi padre consiguió vivir un año y medio más de lo que le habían pronosticado porque tomaba unas medicinas que no cubría la Seguridad Social. Eran extremadamente caras, y para pagarlas tuvimos que hipotecar nuestra casa. Cuando él murió, lo que no se fue en pagar impuestos se fue en pagar la hipoteca. Fue algo a lo que yo accedí de buen grado, no sólo porque me daba más tiempo para estar con él, sino porque su trabajo lo era todo para mi padre. Me dejó todos los archivos de su investigación, y aunque tuve que salir de Marchester, uno de sus colaboradores de la Universidad de Londres, trabajó conmigo para poder publicarla. Me pasaba los días trabajando en ello, pero también tenía que ganarme la vida, así que me busqué un trabajo por las noches. Cuando... Cuando te conocí, acababa de enviar el trabajo de mi padre. Pero decidí seguir trabajando en Londres en lo que pudiera, porque sabía que me habían aceptado aquí para llevar a cabo una investigación posdoctoral en el nuevo curso académico.
Fluke tomó aire.
— Poco después de regresar a Londres desde Lefkaly, recibí una noticia inesperada. Mi supervisor me escribió diciéndome que habían conseguido financiación extra y que podía incorporarme a mi plaza de inmediato. Así que regresé a Marchester.
Ohm guardó silencio unos instantes.
— ¿Te divertiste engañándome, Fluke? ¿Haciéndome creer que eras quien no eras? —preguntó con dureza.
La expresión de Fluke se tensó.
— No te he engañado, Ohm. Me he pasado toda la vida rodeado de científicos. Mi madre era psicóloga y mi padre, bioquímico. Es lo único que he conocido. En todo lo demás soy un completo ignorante. Sé muy poco de historia, y nada de arte, literatura, economía, ópera o política. Sólo sé de bioquímica. Pero cuando alguien empieza hablar de bioquímica con la gente, se van. Aprendí a no hablar mucho. Y también aprendí...
Fluke se detuvo bruscamente.
— Continúa — le pidió Ohm.
Los ojos de Fluke brillaron durante un instante.
ESTÁS LEYENDO
No sólo una aventura
FanficFluke Natouch había entrado en el lujoso mundo del millonario griego Ohm Thitiwat. Tendría todo lo que pudiera desear... si estaba dispuesto a pagar el precio. Era un sueño hecho realidad. Lo que compartían en el dormitorio era sencillamente explos...