La Leyenda del Entierro y el Toro de Fuego en Corrientes
En las tierras cálidas y misteriosas de Corrientes, circula una leyenda que ha pasado de boca en boca durante generaciones. En algún rincón escondido de esta hermosa provincia, un tesoro de oro y joyas fue enterrado hace muchísimos años. Pero, como todo en la vida, este tesoro no vino sin su maldición y su guardián: el temido Toro de Fuego.
Dicen que cualquiera que intentara desenterrar ese tesoro sin ser digno enfrentaría al Toro de Fuego. Este toro, envuelto en llamas y con ojos que parecían brasas ardientes, aparecía en las noches más oscuras. Su rugido llenaba el aire y el estruendo de sus pezuñas hacía temblar a los valientes y codiciosos que intentaban reclamar lo que no les pertenecía. Todos huían despavoridos, con el corazón en la boca.
Pero una noche, un gaucho corajudo decidió enfrentar al Toro de Fuego. Se llamaba Esteban, y había escuchado las historias desde chico, pero no se dejó amedrentar. Con un amuleto que le dio don Anselmo, un viejo sabio del pueblo, Esteban se adentró en el lugar donde estaba enterrado el tesoro. Cuando el toro apareció, envuelto en llamas, Esteban mantuvo la calma y recitó unas palabras mágicas que le había enseñado don Anselmo. Las llamas del toro empezaron a disminuir y la bestia se desvaneció en la oscuridad.
Esteban, con el corazón latiendo fuerte, cavó hasta encontrar una gran olla de barro llena de monedas de oro. Sin pensarlo dos veces, se llenó los bolsillos, pero no se dio cuenta del peligro que lo acechaba. Mientras recogía las monedas, inhaló el cardenillo, un veneno que se había formado en las monedas antiguas.
Poco después, Esteban cayó enfermo y, tristemente, murió. Desde entonces, en Corrientes se dice que los entierros están malditos y que el Toro de Fuego sigue cuidando el tesoro, asegurándose de que solo los verdaderamente dignos y puros puedan acercarse. Esta historia, que mezcla valentía y tragedia, es una advertencia para aquellos que buscan riquezas sin pensar en las consecuencias.
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