la llamada del cementerio El Fin

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-Esto no es liberación, pibe. Esto es tu condena -dijo la figura, con una voz que parecía salir de todos lados al mismo tiempo. La risa, seca y espantosa, resonaba como un eco dentro de sus cabezas.

Valeria retrocedió, tropezando con una lápida. El frío del mármol le atravesaba la piel, pero lo que más la aterraba era esa cosa, esa mirada vacía que parecía devorarla. Algo adentro suyo le gritaba que corriera, pero las piernas no le respondían.

-¿Mateo...? -balbuceó, con la voz temblorosa-. Hicimos algo mal...

Mateo, con los ojos desorbitados y la respiración cortada, negaba con la cabeza como si no pudiera aceptar lo que estaba pasando.

-No... no puede ser... -dijo, su voz quebrándose-. Lo hice bien, seguí las instrucciones.

La figura se acercó más, su cuerpo distorsionándose como si fuera humo, hasta que su "rostro" quedó a centímetros del de Mateo.

-Las instrucciones eran claras, pibe. Había que dar algo a cambio... pero no cumpliste tu parte -dijo la figura, y con un movimiento leve, las sombras empezaron a envolver a Mateo. Sus gritos, desesperados y agónicos, se perdían en la noche mientras su cuerpo era tragado por la oscuridad.

-¡No! ¡Mateo! -gritó Valeria, intentando avanzar, pero Lucas la agarró del brazo, tironeando para alejarla-. ¡Tenemos que sacarlo de ahí!

-¡Es tarde! -gritó Lucas, con el pánico a flor de piel-. ¡Ya lo perdió todo! Y nosotros también si no nos rajamos de acá.

Valeria, con los ojos llenos de lágrimas, miraba impotente cómo las sombras devoraban lo último que quedaba de su amigo. Y entonces la figura habló otra vez, más cerca.

-El error fue creerse más grande que lo que no entienden. Jugar con lo prohibido tiene un precio... y ahora se paga con sus almas.

El viento helado cortaba la piel. Cada paso que intentaban dar parecía más pesado, como si algo invisible los estuviera arrastrando para quedarse. El suelo empezó a resquebrajarse bajo sus pies, y las tumbas se abrían de a poco, como bocas hambrientas esperando devorarlos.

-¡Vámonos ya! -insistió Lucas, tironeando con más fuerza-. ¡Rápido, Valeria!

Pero antes de poder moverse, la figura se deslizó hasta quedar frente a ellos. Su presencia oscura apagaba todo rastro de esperanza.

-No hay escapatoria -dijo, y con un gesto final, la oscuridad total los envolvió.

El silencio se apoderó del lugar. Valeria abrió los ojos y no había nada. Lucas ya no estaba, ni Mateo, ni siquiera la figura. Todo el cementerio estaba en una quietud que no era natural. No había viento, no había sonido... solo ella, y el vacío.

-Esto no puede estar pasando... -susurró, abrazándose a sí misma-. Tiene que ser una pesadilla.

De repente, una voz familiar le habló al oído, susurrando bajito pero claro.

-No es un sueño, nena... esto es lo que pasa cuando jugás con cosas que no entendés. Te creíste viva, pero la cagaste. Y ahora vas a pagar el precio.

La risa volvió, llenando el aire frío. Valeria sintió un peso terrible en el pecho, como si la estuvieran aplastando. Cayó de rodillas, sintiendo el piso húmedo bajo sus manos.

Y ahí, lo entendió: la verdadera liberación no era escapar de algo... era aceptar que hay cosas con las que no se jode. Ellos, en su soberbia, habían cruzado un límite del que ya no había vuelta atrás.

FIN.....

FIN

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"LEYENDAS DE PUEBLOS ARGENTINOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora