unidos hasta la muerte [Levyaku-omegaverse]

Una pausa

El ambiente en el gimnasio de Nekoma estaba cargado de emociones encontradas. Los jugadores de tercer año, incluido Yaku, se preparaban para su último torneo intercolegial antes de graduarse. Lev observaba desde la banca, sintiendo un nudo en la garganta al darse cuenta de que pronto tendría que despedirse de su senpai.

Durante las prácticas, Yaku parecía más concentrado que nunca. Sus movimientos eran precisos y su voz resonaba con autoridad mientras dirigía a sus compañeros. Lev no pudo evitar admirar la determinación de Yaku, incluso en medio de la nostalgia que lo invadía.

Después del entrenamiento, Lev se acercó a Yaku con una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que tenía que hablar con él antes de que fuera demasiado tarde.

—Yaku-san, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Lev, tratando de sonar más seguro de lo que se sentía.

Yaku asintió con una sonrisa leve y lo condujo fuera del gimnasio hacia un lugar más tranquilo.

—Claro, Lev. ¿Qué pasa? —dijo Yaku, mirándolo con atención.

Lev se frotó la nuca, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que sentía.

—He estado pensando... sobre lo que dijiste ayer. Sobre irte después de graduarte —comenzó, mirando a Yaku directamente a los ojos—. Y quiero que sepas que te apoyo. Sé que es importante para ti.

Yaku asintió, agradecido por las palabras de Lev.

—Gracias, Lev. Significa mucho para mí que lo entiendas —respondió, su expresión suavizándose un poco.

—Pero... —continuó Lev, sintiéndose incómodo por lo que iba a decir—. No quiero que te vayas.

Yaku lo miró con ternura, sintiendo la honestidad y el dolor en las palabras de Lev.

—Lo sé, Lev. Y te prometo que esto no significa que nuestro vínculo vaya a desaparecer. Seguiremos siendo amigos, sin importar la distancia —aseguró Yaku, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de Lev.

Lev asintió lentamente, deseando poder detener el tiempo en ese preciso momento. Quería recordar cada detalle de Yaku, desde su voz hasta la forma en que sus ojos brillaban con determinación.

—¿Sabes? —dijo Lev de repente, rompiendo el silencio que se había formado entre ellos—. He estado pensando en ir contigo.

Yaku parpadeó sorprendido, sin esperar esa revelación.

—¿Qué dices, Lev? —preguntó, sin poder ocultar su sorpresa.

Lev miró a Yaku con una expresión seria pero decidida.

—Quiero aprender más también. Y si tú vas a otro país, ¿por qué no podría yo seguirte? —explicó Lev, sus palabras llenas de determinación—. No quiero perder la oportunidad de crecer contigo.

Yaku se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Lev. Nunca había imaginado que Lev consideraría una idea tan drástica, pero su corazón se llenó de gratitud y afecto por el joven de cabello rubio frente a él.

—Lev... —dijo Yaku finalmente, su voz suave pero llena de emoción—. Eres increíble. Y aunque aprecio tu oferta, creo que es importante que encuentres tu propio camino, sin importar dónde te lleve.

Lev bajó la mirada, sintiéndose un poco desanimado por la respuesta de Yaku.

—Pero eso no significa que no te ame, Lev. Eres una parte importante de mi vida y siempre lo serás. Prometo mantenerte cerca, sin importar dónde estemos físicamente —añadió Yaku, abrazando a Lev y mirándolo fijamente.

Lev asintió lentamente, sintiendo una mezcla de tristeza y aceptación. Sabía que Yaku tenía razón; tenía que encontrar su propio camino, incluso si eso significaba separarse temporalmente de alguien a quien consideraba su mejor amigo y mentor.

—Gracias, Yaku-san. Por todo —dijo Lev, su voz apenas un susurro.

Yaku sonrió, sabiendo que esta no sería una despedida definitiva. Aunque el futuro era incierto, había algo que estaba seguro: el vínculo entre ellos nunca se rompería, sin importar la distancia que los separara.

Con esa promesa silenciosa entre ellos, se dieron la vuelta y caminaron juntos de regreso al gimnasio, listos para enfrentar los desafíos que les esperaban, sabiendo que siempre tendrían el apoyo y la ¿amistad? del otro.

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Ame, llore, mori