capitulo 3: el desafío de la cueva

3 1 0
                                    

La cueva era fría y húmeda, con paredes cubiertas de musgo que reflejaban la luz de las antorchas que Roger y Mia llevaban. A cada paso, sus sombras danzaban en las paredes rocosas, creando formas inquietantes que parecían cobrar vida en la penumbra. Un silencio sepulcral reinaba en el aire, roto solo por el eco de sus pasos y el goteo constante del agua que se filtraba desde el techo.

—Roger, esto es... —comenzó a decir Mia, pero fue interrumpida por un extraño zumbido que resonó en toda la cueva.

De repente, el pasillo se abrió en una vasta cámara, iluminada por cristales luminosos incrustados en las paredes. En el centro de la sala había un altar de piedra, y sobre él, una esfera de cristal que irradiaba una luz etérea.

Roger y Mia se acercaron al altar con cautela, sintiendo la energía palpable que emanaba de la esfera. Antes de que pudieran tocarla, una voz profunda y resonante llenó la cámara.

—Bienvenidos, jóvenes viajeros. Habéis llegado a la cueva del oráculo, un lugar donde los secretos del tiempo se desvelan para aquellos con corazones valientes y puros.

Roger tragó saliva y dio un paso adelante.

—Soy Roger. He tenido un sueño... un sueño que me muestra un lugar devastado y un joven que parece ser yo. Necesito saber qué significa.

La voz resonó nuevamente, esta vez con un tono de comprensión.

—Tu sueño es una visión de lo que podría ser, no de lo que debe ser. El futuro está siempre en movimiento, cambiando con cada elección y acción. Pero para desentrañar el significado de tu visión, debes enfrentar tres desafíos. Solo entonces obtendrás las respuestas que buscas.

Antes de que Roger pudiera responder, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar y tres puertas se materializaron en las paredes de la cámara.

—Cada puerta os llevará a un desafío diferente. Debéis elegir con sabiduría y valentía. Solo superando los tres desafíos, encontraréis la verdad que buscáis.

Roger y Mia se miraron, sus expresiones reflejando una mezcla de determinación y aprehensión. Sin embargo, sabían que no tenían otra opción si querían entender el sueño de Roger.

—Vamos, Roger. Podemos hacerlo juntos —dijo Mia, apretando su mano.

Con un firme asentimiento, Roger y Mia se dirigieron a la primera puerta. Al abrirla, fueron recibidos por una ráfaga de aire frío y un paisaje nevado que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. La puerta se cerró detrás de ellos, dejándolos en un vasto desierto de hielo y nieve.

—Debemos encontrar el camino a través de este lugar —dijo Roger, tirando de su capa para protegerse del viento helado.

Caminaron durante lo que parecieron horas, luchando contra el frío y la fatiga. Finalmente, llegaron a un lago congelado en cuyo centro había una pequeña isla. Sobre la isla, una figura encapuchada los observaba en silencio.

—Debéis cruzar el lago para enfrentar vuestro primer desafío —dijo la figura, su voz resonando con un eco etéreo.

Roger y Mia miraron el lago con desconfianza. El hielo parecía delgado en algunos lugares, pero sabían que debían intentarlo. Con cuidado, comenzaron a avanzar, sintiendo el hielo crujir bajo sus pies. A mitad de camino, el hielo se quebró y Roger cayó al agua helada.

—¡Roger! —gritó Mia, extendiendo su mano para agarrarlo.

Con esfuerzo, logró sacarlo del agua, ambos temblando por el frío. Sabían que debían darse prisa o el hielo volvería a ceder. Con renovada determinación, llegaron a la isla, donde la figura encapuchada los esperaba.

—Habéis demostrado coraje y cooperación —dijo la figura—. Pero el verdadero desafío está por venir. Debéis confiar el uno en el otro y en vuestra propia fuerza para superar lo que os espera.

Con esas palabras, la figura desapareció, dejando tras de sí una puerta que los condujo de vuelta a la cámara principal.

—Uno menos, dos más —dijo Roger, respirando con dificultad.

Sin tiempo que perder, se dirigieron a la segunda puerta. Al abrirla, se encontraron en una sala oscura llena de espejos. Las superficies reflectantes devolvían múltiples imágenes de ellos, distorsionadas y confusas.

—Este es un laberinto de ilusiones —dijo Mia, mirando a su alrededor—. Debemos encontrar el camino correcto sin dejarnos engañar por las imágenes.

Roger y Mia avanzaron con cautela, evitando los espejos que intentaban desorientarlos. Utilizaron la luz de sus antorchas para revelar las trampas ocultas y las puertas falsas. Con ingenio y paciencia, finalmente encontraron la salida, enfrentándose a sus propias dudas y miedos reflejados en los espejos.

Al regresar a la cámara principal, se sintieron más fuertes y seguros de sí mismos.

—Solo uno más —dijo Roger, sintiendo una chispa de esperanza.

Abrieron la tercera puerta y se encontraron en una sala llena de estatuas antiguas, cada una sosteniendo una llave diferente. En el centro de la sala había un pedestal con una cerradura.

—Debemos encontrar la llave correcta para abrir la cerradura —dijo Mia.

Examinaron las estatuas, cada una representando una virtud diferente: valor, sabiduría, compasión y muchas más. Finalmente, Roger tomó la llave de la estatua que representaba la confianza, sintiendo que era la correcta. Con cuidado, la insertó en la cerradura y la puerta se abrió, revelando una luz brillante.

Al entrar en la luz, fueron transportados de vuelta a la cámara principal, donde la esfera de cristal brillaba intensamente.

—Habéis superado los desafíos y demostrado vuestro valor y unidad —dijo la voz del oráculo—. Ahora, las respuestas que buscáis os serán reveladas.

La esfera comenzó a brillar con más intensidad, proyectando imágenes del futuro. Roger vio el mundo devastado de su sueño y comprendió que el joven sin rostro era él mismo, pero en un futuro posible. La devastación era una consecuencia de decisiones y eventos que aún podían ser cambiados.

—El futuro no está escrito en piedra, Roger —dijo la voz—. Lo que has visto es solo una posibilidad. Con tu valor, sabiduría y la ayuda de tus seres queridos, puedes cambiar el curso de los eventos y evitar la catástrofe.

Roger y Mia asintieron, sintiendo una nueva esperanza y determinación crecer en sus corazones. Sabían que su viaje no había terminado, pero ahora tenían el conocimiento y la fuerza para enfrentarse a lo que el futuro les deparaba.

Con gratitud, agradecieron al oráculo y se dirigieron de regreso a la entrada de la cueva, listos para enfrentar el mundo con una nueva perspectiva y la certeza de que juntos podían cambiar su destino.

el inicio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora