El sol de la mañana apenas comenzaba a iluminar las colinas de Eldoria cuando Roger se despertó con un sobresalto. El sueño que había tenido la noche anterior todavía pesaba en su mente, tan vívido y perturbador que no podía apartarlo de sus pensamientos. Sus ojos, todavía somnolientos, miraron alrededor de su pequeña habitación en la casa de su familia. Todo parecía normal, pero una inquietud profunda se había instalado en su pecho.
Roger se levantó de la cama y se vistió rápidamente. Tenía que contarle a Mia sobre el sueño; ella siempre sabía qué hacer. Salió corriendo de su casa, atravesando los campos cubiertos de rocío y llegó a la pequeña cabaña donde Mia vivía con su abuela, la hechicera del pueblo.
Mia estaba en el jardín, cuidando de las plantas mágicas que su abuela cultivaba. Al ver la expresión seria de Roger, supo que algo importante había ocurrido.
—¡Mia! —exclamó Roger, respirando agitadamente—. Tengo que contarte algo. Tuve un sueño... un sueño muy extraño.
Mia dejó de lado lo que estaba haciendo y se acercó a él con una mirada preocupada.
—Cuéntame, Roger. ¿Qué viste?
Roger tomó aire y comenzó a relatar su experiencia, describiendo el lugar devastado, los cuerpos esparcidos y la figura solitaria que parecía buscar algo en medio de la desolación.
—No podía ver su cara, Mia —dijo Roger con voz temblorosa—, pero sentí como si lo conociera. Era como si... fuera yo mismo, pero más grande. Era aterrador.
Mia frunció el ceño, procesando la información. Su abuela le había enseñado que los sueños podían ser mensajes, advertencias o incluso visiones del futuro.
—Esto es serio, Roger —respondió Mia finalmente—. Creo que deberíamos hablar con mi abuela. Ella sabrá más sobre lo que podría significar tu sueño.
Juntos, entraron en la cabaña y encontraron a la anciana hechicera sentada junto al fuego, leyendo un libro antiguo. Al escuchar la historia de Roger, la abuela de Mia asintió lentamente, su expresión grave.
—Lo que describes es inquietante, Roger —dijo la anciana con voz suave pero firme—. Los sueños a veces nos muestran visiones de lo que puede ser, no de lo que debe ser. El futuro es maleable y puede ser cambiado. Sin embargo, este sueño parece estar conectado a ti de una manera muy profunda.
—¿Qué debemos hacer, abuela? —preguntó Mia.
La hechicera cerró el libro y se levantó con esfuerzo, sus ojos brillando con sabiduría.
—Hay un lugar, una cueva antigua en las montañas al norte de aquí. Se dice que en su interior reside un oráculo que puede ver tanto el pasado como el futuro. Deben ir allí y buscar respuestas. Pero tengan cuidado, porque los caminos están llenos de peligros, y el viaje será largo y arduo.
Roger y Mia intercambiaron una mirada decidida. Sabían que no podían ignorar el sueño de Roger. Con la bendición de la hechicera y las provisiones necesarias, se prepararon para emprender su viaje.
Mientras caminaban hacia las montañas, Roger no podía dejar de pensar en la figura solitaria de su sueño. ¿Qué significaba todo esto? ¿Y qué encontrarían en la cueva del oráculo? La aventura apenas comenzaba, y con cada paso que daban, el misterio se hacía más profundo.
Así, con el primer rayo del amanecer iluminando su camino, Roger y Mia se adentraron en lo desconocido, listos para enfrentar cualquier desafío que el destino les pusiera por delante.
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el inicio del fin
FantasiTodo tiene un fin y este es diferente (esta historia es ayudada gracias a la ia que me ayudo a saber en que debía corregir y en que no en si la historia es mía per la ia me ayudo a mejorar)