Después de varios días de viaje, Roger y Mia llegaron a la imponente capital del reino de Eldoria, Luminis. La ciudad se alzaba majestuosa, rodeada de murallas altas y torres que parecían tocar el cielo. El bullicio de la ciudad y el constante ir y venir de sus habitantes creaban un contraste abrumador con la tranquilidad de su aldea natal.
—Es más grande de lo que imaginaba —murmuró Roger, maravillado por la magnitud de Luminis.
Mia asintió, igualmente impresionada.
—Debemos encontrar la forma de hablar con el consejo del rey. Si queremos evitar el futuro que vimos, necesitamos su ayuda.
Se dirigieron hacia el centro de la ciudad, donde el castillo del rey se erguía imponente. Las calles estaban llenas de comerciantes, artistas y viajeros de todas partes del reino. La vibrante vida de Luminis era una clara muestra de la prosperidad y la diversidad de Eldoria.
Al llegar a las puertas del castillo, se encontraron con guardias que les bloquearon el paso.
—¿Cuál es su propósito aquí? —preguntó uno de los guardias, mirando a los dos jóvenes con desconfianza.
Roger dio un paso adelante, su voz firme pero respetuosa.
—Venimos de una aldea lejana. Tenemos un mensaje urgente para el consejo del rey. Es una cuestión de vida o muerte para todo el reino.
Los guardias se miraron entre sí, dudando por un momento. Finalmente, uno de ellos asintió y les permitió entrar, escoltándolos hasta una sala de espera dentro del castillo.
—Esperen aquí. El consejo decidirá si los recibe —dijo el guardia antes de irse.
Roger y Mia se sentaron en silencio, sus corazones latiendo con anticipación. Después de lo que pareció una eternidad, una puerta se abrió y un hombre de aspecto noble, con ropas elegantes y una mirada astuta, se acercó a ellos.
—Soy Lord Armand, consejero del rey. Me han informado de vuestra llegada y del mensaje urgente que traéis. Hablad ahora.
Roger y Mia se pusieron de pie y relataron su viaje a la cueva del oráculo, las visiones del futuro devastado y la necesidad de tomar medidas para evitar esa catástrofe. Lord Armand los escuchó atentamente, su expresión volviéndose más seria a medida que avanzaban.
—Lo que describís es alarmante —dijo finalmente—. Debemos tomar esto en serio. Seguidme, hablaréis ante el consejo completo.
Fueron llevados a una gran sala de reuniones donde el consejo del rey estaba reunido. Hombres y mujeres de distintas edades y orígenes los observaron con interés y preocupación.
Roger y Mia repitieron su relato, detallando cada aspecto de su visión y los desafíos que enfrentaron en la cueva del oráculo. Al terminar, un murmullo recorrió la sala mientras los consejeros discutían entre sí.
Finalmente, el rey Alaric, un hombre de porte imponente y mirada sabia, se levantó y se dirigió a ellos.
—Agradecemos vuestra valentía al venir hasta aquí para advertirnos. Lo que habéis visto no puede ser ignorado. Tomaremos medidas para investigar y prepararnos. Pero necesitamos más detalles sobre las causas de esta devastación. ¿Habéis aprendido algo más que pueda ayudarnos?
Roger asintió, recordando las palabras del oráculo.
—El oráculo mencionó que el futuro está en constante cambio y que nuestras acciones pueden alterarlo. Debemos investigar y estar atentos a cualquier señal de peligro. Además, creo que puede haber más pistas en la biblioteca real. Tal vez allí encontremos más información.
El rey Alaric asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de Roger.
—Tienes razón. La biblioteca real contiene conocimientos ancestrales que podrían sernos útiles. Os concedo acceso a ella. Lord Armand os ayudará en vuestra búsqueda. Mientras tanto, el consejo comenzará a tomar precauciones y alertar a las fuerzas del reino.
Con un sentimiento renovado de propósito, Roger y Mia siguieron a Lord Armand hacia la biblioteca real, un vasto edificio lleno de libros y pergaminos antiguos. Sabían que encontrar la información correcta sería como buscar una aguja en un pajar, pero estaban decididos a hacerlo.
Pasaron días inmersos en los textos, leyendo sobre antiguas profecías, catástrofes pasadas y los artefactos mágicos que podían alterar el destino. Poco a poco, comenzaron a descubrir pistas sobre una antigua reliquia, conocida como el Corazón de Eldoria, que podría ser la clave para evitar la devastación que Roger había visto en su sueño.
Un día, mientras Mia estaba absorta en un viejo pergamino, Roger encontró una referencia a un lugar sagrado en las montañas del este, donde el Corazón de Eldoria estaba supuestamente guardado.
—¡Mia, mira esto! —exclamó Roger, mostrando el pergamino—. El Corazón de Eldoria está en las montañas del este. Puede ser la clave para cambiar nuestro futuro.
Mia leyó rápidamente el pergamino y asintió con entusiasmo.
—Debemos ir allí. Esta reliquia puede ser nuestra única esperanza.
Con la bendición del consejo y la guía de Lord Armand, Roger y Mia se prepararon para su próximo viaje. Sabían que la búsqueda del Corazón de Eldoria sería peligrosa, pero también sabían que el destino de su mundo dependía de ellos.
Así, con el coraje en sus corazones y la determinación en sus almas, emprendieron su camino hacia las montañas del este, listos para enfrentar cualquier desafío en su búsqueda por salvar Eldoria.
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el inicio del fin
FantasyTodo tiene un fin y este es diferente (esta historia es ayudada gracias a la ia que me ayudo a saber en que debía corregir y en que no en si la historia es mía per la ia me ayudo a mejorar)