Capitulo 19- El ojo de la tormenta

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La mañana siguió su curso después de la agitada noche de la fiesta. Las personas que habían asistido al evento estaban aún recuperándose de la resaca y de la intensa emoción de la velada llena de baile y diversión.

Richard, sin embargo, se despertó temprano, después de una noche algo agitada. Se quedó en cama, los ojos aún pesados por el insomnio, mientras repasaba los acontecimientos de la noche pasada.

El sabor de los labios de ella aún estaba en su memoria, lo que le hizo estremecerse ligeramente. Recordó cómo lo había besado, completamente borracha, pidiéndole con una urgencia casi desesperada.

—Maldición —murmuró él para sí, frotando su rostro con las manos.

Sabía que había sucedido porque ella estaba ebria y seguramente no recordaría nada al día siguiente. El hecho de que él hubiera cedido a la tentación, por muy breve que hubiera sido, lo hacía sentirse un poco disgustado consigo mismo.

Se levantó de la cama con un suspiro y se dirigió al baño para asearse y prepararse para el día. Mientras se duchaba, intentó borrar los pensamientos de la mente.

- Sólo fue un momento de debilidad, nada más —se decía a sí mismo.

Una vez que salió del baño y se vistió, salió de su cuarto y se encaminó a la planta de abajo. Cuando llegó a la sala, se topó con su abuela sentada en una de las sillas, mirando hacia la nada con expresión pensativa.

—Buenos días, abuela —saludó Richard con una sonrisa mientras se acercaba a ella. A pesar de que todavía se sentía ligeramente agitado por los eventos de la noche pasada, intentó mostrarse relajado y despreocupado.

—Buenos días, Richard. Me gustaría hablar contigo un momento. La abuela lo miró con una expresión ligeramente seria y dijo:

La seriedad en la voz de la abuela hizo que Richard sintiera un poco de temor. Su mente inmediatamente se preguntó si ella había visto algo la noche anterior.

- Claro, abuela. ¿De qué quieres hablar?

La mirada de su abuela se tornó mucho más seria ahora.

—Anoche —dijo ella, sus ojos aún fijos en él —te vi llevar a la señorita Bella a su cuarto.

La mención de ese momento hizo que Richard se quedara helado. Su mente se llenó inmediatamente de imágenes de la noche, especialmente del contacto y el beso con Bella.

—U-um, sí —respondió él, intentando parecer desinteresado. - Sí, la acompañé a su habitación. Estaba bastante borracha y me aseguraba de que llegara bien.

La abuela siguió mirándolo con esa misma expresión seria.

—La acompañaste a su habitación —repitió ella, su tono más inquisitivo ahora. - ¿Y luego qué pasó?

Richard sintió cómo su corazón empezaba a latir más rápido. Estaba clara la insinuación en su tono, pero él intentó mantener la calma.

— Absolutamente nada. Sólo la acompañé a su habitación y me aseguré de que se acostara y durmiera —respondió él, manteniendo la cabeza en alto y enfrentando su mirada.

Richard escuchaba las palabras de su abuela con creciente pánico. Su mente se aceleraba, intentando desesperadamente encontrar una excusa para negar lo sucedido, pero la expresión de su abuela le decía que eso era inútil.

La Melancolía Del  Amor®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora