Pasaron semanas desde la ruptura con Nat, y Ángel se aferraba a sus estudios y pasiones como una tabla de salvación. Tomaba clases extra, se sumergía en proyectos artísticos y se mantenía ocupado en todo momento. Parecía que estaba llenando su vida con actividades para evitar enfrentarse a la tristeza que lo consumía por dentro.
Ángel (pensando): Si me mantengo ocupado, no tendré tiempo para pensar en ello.
Pero a pesar de sus esfuerzos, la realidad era implacable. No había dormido bien ni comido adecuadamente en semanas. Sus ojos llevaban ojeras profundas y su semblante estaba más pálido de lo habitual. Aunque intentaba convencer a sus amigos de que estaba bien, en realidad estaba luchando en silencio contra la tormenta emocional que lo envolvía.
Carlos: Ángel, ¿estás seguro de que estás bien? Has estado muy callado últimamente.
Ámérica: Sí, pareces agotado. ¿Estás comiendo lo suficiente?
Ángel: Estoy bien, en serio. Solo estoy ocupado con las clases y proyectos.
Carlos: No te estamos juzgando, Ángel. Sabemos que las cosas no han sido fáciles para ti últimamente.
Ámérica: Estamos aquí para ti, ya sabes.
Ángel sonrió débilmente, agradecido por la preocupación genuina de sus amigos. Sabía que no podía ocultarles la verdad para siempre, pero enfrentarse a sus emociones era algo a lo que temía profundamente.
Ángel (pensando): No puedo dejar que vean lo mal que estoy. Tengo que mantenerme fuerte.
Pero la carga emocional seguía acumulándose dentro de él, presionando contra sus defensas. Cada día se volvía más difícil sostener la fachada de estar bien.
Ángel (pensando): ¿Por qué sigo haciendo esto? ¿Por qué no puedo simplemente aceptar que me duele?
El día había transcurrido como cualquier otro para Ángel. Después de una larga jornada de clases y estudios intensivos, decidió ir a la cafetería escolar con Carlos y América para relajarse un poco y compartir un tiempo juntos.
El ambiente bullicioso de la cafetería contrastaba con la tormenta silenciosa que se agitaba dentro de Ángel. Trataba de mantener una conversación ligera con sus amigos, pero su mente estaba en otro lugar. Desde la ruptura con Nat, no había abierto Facebook ni revisado ninguna red social, evitando así enfrentarse a la posibilidad de verlo con alguien más.
Sin embargo, esa tarde, algo dentro de él lo llevó a deslizar el dedo por la pantalla de su teléfono y abrir la aplicación que tanto había evitado. Lo que vio le golpeó como un puñetazo en el estómago: una foto de Nat, sonriente y feliz, junto a alguien nuevo. Estaban en el mismo lugar donde Ángel y Nat se habían visto por primera vez, un lugar lleno de recuerdos compartidos y promesas rotas.
Ángel (pensando): No puede ser... ¿Cómo pudo seguir adelante tan rápido?
Todas las emociones guardadas durante años, días y semanas estallaron en ese momento. La tristeza, la ira, la traición y el dolor se mezclaron en una tormenta dentro de su pecho. Por un instante, sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
Carlos: Ángel, ¿estás bien?
Ángel no respondió. Estaba completamente absorto en la imagen frente a él, incapaz de apartar la mirada.
YOU ARE READING
COLORES DE LA VIDA
RomanceLa novela "COLORES DE LA VIDA " sigue la vida de Ángel Antonio, un joven artista y estudiante de medicina en Ciudad de México, quien enfrenta sus miedos y el dolor del pasado mientras encuentra el amor y la aceptación en Manuel, en un viaje hacia la...