Capítulo 11: Colores de Manuel

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"A veces, la esperanza se encuentra en los lugares más inesperados y en las personas que menos imaginamos.

Desde la Vista de Manuel

Manuel estaba en su segundo año de residencia en el laboratorio del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Había pasado la mayor parte de su tiempo entre tubos de ensayo y microscopios, pero siempre mantenía un ojo en lo que sucedía en los otros departamentos del hospital. Fue en uno de esos días, mientras trabajaba con muestras de sangre, cuando vio por primera vez a Ángel.

Era un día común en el laboratorio, con el zumbido constante de las máquinas y el ir y venir del personal médico. Manuel estaba concentrado en su trabajo cuando un joven de apariencia seria y enfocada entró al laboratorio para dejar unas muestras.

Ángel llamó la atención de Manuel de inmediato. Había algo en su forma de moverse, en su concentración y en la suavidad de sus gestos que lo fascinó. Se sorprendió al descubrirse a sí mismo observándolo desde lejos, deseando saber más sobre él.

Historia de Manuel

Manuel siempre había sido una persona reservada. Desde pequeño, le apasionaron las ciencias y el funcionamiento del cuerpo humano, lo que lo llevó a estudiar Química Biológica y Parasitología. Sin embargo, a pesar de su éxito académico, siempre sintió que algo faltaba en su vida. Había tenido algunas relaciones en el pasado, pero ninguna que lo hiciera sentir realmente completo.

En los pasillos del hospital, Manuel encontró un lugar donde su conocimiento podía marcar una diferencia real. Pero, al mismo tiempo, su corazón anhelaba una conexión más profunda, una que le mostrara que el amor verdadero era posible, incluso en un entorno tan caótico y demandante como un hospital.

Encuentro en Urgencias

Un día particularmente agitado, Manuel vio a Ángel de nuevo. Esta vez, la situación era diferente. Dos pacientes críticos acababan de ser ingresados en urgencias, y Ángel estaba allí, al frente del equipo médico, dirigiendo la operación con una calma y determinación que dejaron a Manuel asombrado.

Desde el laboratorio, Manuel podía ver el esfuerzo y la dedicación de Ángel. A pesar del caos, se mantuvo sereno, tomando decisiones rápidas y efectivas. Manuel no pudo evitar admirar la agilidad con la que Ángel se movía y su capacidad para mantener la calma bajo presión.

Manuel no solo se sintió impresionado, sino también inspirado. Esa noche, mientras terminaba su turno en el laboratorio, Manuel no pudo dejar de pensar en Ángel. Había algo en él que lo atraía de una manera que no había experimentado antes. Quería conocerlo más, descubrir qué había detrás de esos ojos serenos y esa actitud determinada.

La fascinación de Manuel por Ángel no disminuyó con el tiempo, sino que creció con cada encuentro casual en los pasillos del hospital. Siempre había algo nuevo que aprender sobre él, una nueva faceta que descubrir. Ángel era un enigma, y Manuel estaba decidido a resolverlo.

Una tarde, Manuel se encontraba trabajando en el laboratorio cuando escuchó el sonido de una camilla siendo empujada rápidamente por el pasillo. Se asomó para ver a Ángel, quien estaba acompañando a dos jóvenes que habían sido ingresados de urgencia: Daniel y Erick. Ambos habían sufrido un accidente, y la situación parecía crítica.

Manuel observó desde lejos cómo Ángel coordinaba todo el proceso. La determinación en su rostro era inquebrantable. Sin embargo, Manuel no pudo evitar notar la sombra de tristeza que se asomaba en sus ojos. Decidió que era el momento de acercarse más.

Esa noche, después de que la situación se estabilizó, Manuel esperó a que Ángel terminara su turno. Lo encontró en la cafetería del hospital, con una taza de café y una expresión agotada.

—Hola, Ángel. Soy Manuel, del laboratorio. Quería decirte que me impresionó cómo manejaste la situación en urgencias hoy. Fue increíble verte en acción —dijo Manuel con una sonrisa genuina.

Ángel levantó la vista, sorprendido por el elogio, y respondió con una sonrisa tímida. —Gracias, Manuel. Solo hice lo que tenía que hacer. Es parte del trabajo.

—Bueno, lo hiciste muy bien. Si alguna vez necesitas algo del laboratorio, no dudes en pedirlo —dijo Manuel, tratando de mantener la conversación ligera.

Ángel asintió, agradecido. —Lo tendré en cuenta. Gracias, Manuel.

COLORES DE LA VIDAWhere stories live. Discover now