Carlos y América esperaban ansiosos en la sala de espera del hospital. La preocupación se reflejaba en sus rostros mientras miraban el reloj, deseando recibir buenas noticias sobre Ángel.
Carlos: No puedo creer que todo esto le haya pasado. Debimos haber estado más atentos.
América: Hicimos lo mejor que pudimos, pero Ángel ha estado cargando con mucho dolor por mucho tiempo.
De repente, los padres de Ángel llegaron al hospital. A pesar de la urgencia de la situación, parecían más molestos que preocupados.
Padre de Ángel: ¿Dónde está el doctor? Necesitamos hablar con él.
El doctor psiquiatra se acercó y los padres de Ángel comenzaron a hablar con él.
Madre de Ángel: Doctor, Ángel tiene estas ideas extrañas desde hace años. Todo comenzó con esa... confusión sobre su sexualidad.
Padre de Ángel: Exactamente. Creemos que eso es lo que lo ha llevado a esta situación.
Ángel, desde su habitación, escuchaba todo esto. Estaba consciente, pero no tenía fuerzas para reaccionar. Sentía que cada palabra de sus padres era una puñalada más en su ya herido corazón. Estaba sumido en una profunda tristeza, sintiéndose más solo que nunca.
Ángel (pensando): ¿Por qué no pueden aceptarme como soy? ¿Por qué siempre tiene que ser tan doloroso?
El doctor psiquiatra escuchó a los padres de Ángel y luego se dirigió a Carlos y América.
Doctor: Ángel está físicamente estable, pero su estado emocional es muy delicado. Necesita mucho apoyo y comprensión en este momento.
Carlos: Estamos aquí para él. No lo dejaremos solo.
América: Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarlo a salir adelante.
Dentro de la habitación, Ángel se sentía como un espectador de su propia vida, atrapado en un ciclo de dolor y rechazo. Se sentía vacío, como si le faltara el alma.
Mientras Ángel yacía en su cama, América y Carlos entraron en la habitación, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y preocupación.
Carlos: Ángel, estamos aquí. No estás solo.
América: Te queremos y te apoyamos, pase lo que pase.
Ángel no respondió de inmediato, pero sus ojos se llenaron de lágrimas. Sabía que sus amigos estaban ahí para él, y eso le daba un pequeño atisbo de esperanza en medio de su tormenta interna.
Los padres de Ángel finalmente entraron a la habitación. Sus rostros mostraban una mezcla de frustración y desdén. Ángel, al verlos, sintió una oleada de ansiedad y miedo. Sabía que la conversación no iría bien.
Padre de Ángel: Ángel, esto es inaceptable. No puedes seguir con estas ideas.
Madre de Ángel: Todo esto es porque te confundes con esa... fase. Necesitas cambiar y comportarte como un hombre.
Ángel no pudo soportarlo más. Las palabras de sus padres se sentían como dagas perforando su corazón, cada una abriendo más las heridas que ya cargaba. Comenzó a llorar desesperadamente, sus sollozos llenando la habitación.
Ángel (gritando): ¡Déjenme en paz! ¡No puedo más! ¡Por favor, alguien, denme un sedante! ¡Prefiero estar dormido que seguir escuchando esto!
Sus amigos, Carlos y América, se acercaron rápidamente, intentando calmarlo mientras él se desmoronaba frente a ellos.
Carlos: Ángel, respira. Estamos aquí contigo.
América: Tranquilo, vamos a pedir ayuda. Todo va a estar bien.
El personal médico entró en la habitación al escuchar los gritos de Ángel. El doctor psiquiatra miró a los padres con seriedad.
Doctor: Señores, necesito que salgan de la habitación. Sus palabras no están ayudando a su hijo en este momento.
Los padres de Ángel protestaron, pero el doctor fue firme.
Doctor: Si realmente quieren ayudar a su hijo, deben permitirnos darle el espacio y el tratamiento que necesita.
Con reticencia, los padres de Ángel abandonaron la habitación, murmurando en voz baja. El personal médico preparó un sedante para calmar a Ángel.
Enfermera: Ángel, esto te ayudará a relajarte. Todo va a estar bien.
Ángel sintió la aguja perforar suavemente su piel y poco a poco, una sensación de calma comenzó a envolverlo. Sus sollozos se hicieron más silenciosos mientras el sedante hacía efecto. Su mente, tan atormentada por los recuerdos de Josue, la relación con sus padres, su baja autoestima y la reciente ruptura con Nat, empezó a disiparse en una bruma tranquila.
Ángel (susurrando): Gracias... solo quiero... paz.
Carlos y América se quedaron junto a él, tomándole las manos y ofreciéndole su apoyo incondicional.
Carlos: Te prometo, Ángel, que estaremos aquí cuando despiertes.
América: No estás solo. Te queremos y estamos contigo en esto.
Ángel cerró los ojos, permitiéndose finalmente un respiro de la angustia que lo había estado consumiendo. Sus amigos, aunque preocupados, sabían que este era solo el comienzo de un largo camino hacia la recuperación.
El capítulo concluye con Ángel sumergido en un sueño inducido por el sedante, rodeado del cariño y la preocupación de sus amigos, mientras se prepara para enfrentar sus demonios internos con el apoyo que siempre había necesitado.
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COLORES DE LA VIDA
RomanceLa novela "COLORES DE LA VIDA " sigue la vida de Ángel Antonio, un joven artista y estudiante de medicina en Ciudad de México, quien enfrenta sus miedos y el dolor del pasado mientras encuentra el amor y la aceptación en Manuel, en un viaje hacia la...