Capítulo 10: Celeste = Tranquilidad=

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"La tranquilidad no es la ausencia de tormentas, sino encontrar la paz en medio de ellas."

Pasaron los días y, poco a poco, Ángel comenzó a sentirse mejor. El apoyo de sus amigos, la terapia y su propio esfuerzo por sanar estaban dando frutos. Sentía que, por primera vez en mucho tiempo, podía respirar sin que el dolor le oprimiera el pecho.

Era momento de dar un nuevo paso en su vida y enfrentar un nuevo reto: las prácticas de medicina. El día había llegado y Ángel estaba listo para empezar en el Centro Médico Nacional Siglo XXI. Su uniforme blanco estaba perfectamente planchado, y su estetoscopio, colgado en su cuello, brillaba con el reflejo de la luz de la mañana. Había algo especial en ese día; una sensación de paz y tranquilidad se apoderaba de él.

Mientras caminaba hacia el hospital, los nervios habituales eran reemplazados por una serena determinación. Sabía que esto era más que un paso en su carrera; era una nueva oportunidad para demostrar su valía, no solo como médico, sino como persona.

Entró al hospital y fue recibido por la supervisora de prácticas, la doctora Martínez. Ella le dio una cálida bienvenida y le explicó sus primeras tareas. Ángel escuchaba atentamente, tomando notas mentales, pero sin perder esa tranquilidad que había logrado encontrar.

Durante su primera semana, Ángel se familiarizó con las instalaciones, conoció a otros internos y comenzó a atender a los primeros pacientes. Cada interacción, cada diagnóstico, era una prueba de su crecimiento. Su mente estaba enfocada en aprender y ayudar, dejando atrás las sombras del pasado.

Una tarde, mientras revisaba los expedientes en la sala de emergencias, notó a un joven que también parecía ser pasante. Era más alto que Ángel y tenía una apariencia agradable que llamaba la atención sin esfuerzo. Se llamaba Manuel, y era pasante de laboratorio de Química Bióloga Parasitóloga. Aunque se cruzaron varias veces por los pasillos, Ángel no hizo ningún intento por iniciar una conversación.

Su enfoque estaba completamente en su recuperación y en ser el mejor doctor que pudiera ser. Cada día era un paso más hacia sus metas profesionales y personales. Estaba decidido a demostrar que podía superar cualquier obstáculo y encontrar la paz que tanto anhelaba

"Las conexiones más profundas a menudo comienzan con simples intercambios de palabras."

Pasaron los días, y Ángel continuaba con sus prácticas en el Centro Médico Nacional Siglo XXI. Estaba completamente enfocado en su recuperación y en ser el mejor doctor que pudiera ser. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él.

Una tarde, Ángel fue al laboratorio a dejar unas muestras de sangre. Al entrar, el ambiente estéril y el sonido suave de los equipos en funcionamiento le dieron una sensación de calma. Mientras buscaba al técnico encargado, se encontró con Manuel, el mismo joven de apariencia agradable que había notado en los pasillos del hospital.

—Hola, soy Ángel, uno de los pasantes de medicina. Traje estas muestras de sangre para análisis —dijo Ángel, ofreciendo una sonrisa educada.

Manuel levantó la vista de su trabajo y le devolvió la sonrisa. —Hola, Ángel. Soy Manuel, el pasante de laboratorio. ¿Puedes dejarlas aquí? —indicó, señalando una mesa cercana.

A partir de ese momento, algo cambió. Aunque sus encuentros eran breves y profesionales, había una chispa de conexión entre ellos. No se trataba de grandes gestos ni largas conversaciones, sino de pequeños momentos que empezaban a significar más de lo que cualquiera de ellos podría haber anticipado.

En los días siguientes, sus caminos se cruzaban con más frecuencia. Unos "buenos días" en los pasillos, intercambios de información sobre pacientes o simples sonrisas de reconocimiento se convirtieron en una constante.

Un día, mientras Ángel revisaba expedientes en la sala de emergencias, Manuel pasó a su lado y se detuvo brevemente.

—Oye, Ángel, ¿cómo va todo? —preguntó Manuel, con genuino interés.

—Bien, gracias. Mucho trabajo, pero aprendiendo mucho. ¿Y tú? —respondió Ángel.

—Igual, siempre ocupado en el laboratorio. A veces me pregunto cómo puedes lidiar con el caos de emergencias —comentó Manuel con una sonrisa.

—Es cuestión de encontrar calma en medio del caos —respondió Ángel, recordando la frase que había adoptado como su mantra.

Estos intercambios, aunque cortos, se convirtieron en momentos significativos para Ángel. Poco a poco, sentía que se formaba una conexión. Aunque no estaba listo para admitirlo, Manuel empezaba a ocupar un pequeño espacio en sus pensamientos.

"Incluso en los momentos más oscuros, el amor tiene una manera de iluminar el camino."

Una tarde caótica en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, las puertas de la sala de emergencias se abrieron de golpe. Ángel estaba revisando unos expedientes cuando escuchó el sonido de las sirenas de las ambulancias. Inmediatamente, dejó lo que estaba haciendo y se preparó para recibir a los nuevos pacientes.

Dos jóvenes fueron traídos en camillas, ambos inconscientes y gravemente heridos. Uno de los paramédicos se acercó rápidamente a Ángel.

—Tenemos a dos jóvenes involucrados en un accidente de tráfico. El primero, Daniel, fue golpeado por un coche. El segundo, Erick, chocó contra un automóvil mientras iba en su moto. Ambos están en estado crítico —informó el paramédico.

Ángel asintió y se dirigió rápidamente a uno de los pacientes. Era un momento crucial; cada segundo contaba.

—Necesitamos estabilizarlos de inmediato. Preparen el quirófano y llamen a los especialistas necesarios —ordenó Ángel con determinación.

Mientras trabajaba incansablemente para estabilizar a Daniel, notó que Erick estaba siendo atendido en la camilla de al lado. A pesar del caos, Ángel escuchó fragmentos de la conversación entre los paramédicos y el personal de emergencias.

—Son novios —murmuró uno de los enfermeros—. Han pasado por muchas cosas difíciles juntos.

Ángel sintió una punzada en el corazón. La historia de estos dos jóvenes resonaba profundamente en él. A pesar de sus propios miedos y heridas, había algo en la fuerza de su amor que le recordaba la importancia de luchar por aquellos que amas.

Pasaron horas de cirugía y cuidados intensivos. Ángel y el equipo médico hicieron todo lo posible para estabilizar a Daniel y a Erick. Finalmente, ambos fueron trasladados a la unidad de cuidados intensivos, donde comenzarían su largo camino hacia la recuperación.

Epílogo del Capítulo

Esa noche, Ángel se sentó en la sala de descanso del hospital, agotado pero reflexivo. Manuel, que había estado trabajando en el laboratorio, entró y se sentó a su lado.

—Oí lo que pasó. Fue un día difícil —dijo Manuel con suavidad.

Ángel asintió. —Sí, pero también me recordó algo importante. A veces, incluso en medio del dolor y la tragedia, el amor puede ser una fuerza increíblemente poderosa.

Manuel sonrió y puso una mano en el hombro de Ángel. —Tienes razón. Y estoy seguro de que ellos también lo saben.

Ángel sintió una calidez reconfortante en esas palabras. A pesar de todo, sabía que cada día le acercaba más a encontrar su propia paz y felicidad. Mientras se levantaba para regresar a su turno, miró a Manuel y supo que, de alguna manera, estaba en el camino correcto.

COLORES DE LA VIDAWhere stories live. Discover now