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Fuí a comer a mi casa, una linda comida, pero seguía sintiéndome mal. Con ese nudo en mi garganta que no salía. Así que decidí ir a la casa de mi mejor amigo, mi vecino, mi psicólogo, mi consejero, mi hermano, Pablo. Él era un poco más grande que yo y tenía pocas experiencias en todo, al igual que yo, pero él de sus pocas experiencias aprendía. Aprendía de tal manera que era un consejero inigualable, nunca nadie me aconsejó tan bien como él, tiene un lado de ver las cosas diferente que te hace pensar las cosas mejor, desde otro punto de vista. Su punto de vista.

Me cruzo de calle y voy por un pasillito rústico que a simple vista da miedo porque da la impresión de que van a aparecer cinco negros de la nada y te van a violar ahí, pero la realidad es que el pasillo es uno común. Pasó por ahí y llego al patio, por una escalerita media vieja toda oxidada pero resistente me subo y golpeo en la ventana de Pablo con mi puño. 

Al instante él se acerca y me abre dejándome pasar. Paso y lo veo con su típico atuendo, un conjunto de buzo y pantalón joggings azules, su piel pálida como siempre y su pelo negro azabache desparramado y despeinado tal cual siempre. Este chico nunca cambia. Sus ojos marrones muy oscuros tirando hacia el negro se posaron en mi esperando que hablara. 

Yo: Hola Pablo.

Pablo: Hola niñita, sentate.

Pablo era así tenía una manera de hablar que muchos consideraban extraña o rara, lo era. Pero era una manera sabia. Me senté en su cama y él en su silla giratoria con la cual hacía de psicólogo, un boludo.

Pablo: A ver, contame que te pasó de una puta vez, no tengo todo el día idiopida.

Yo: Bueno, bueno, a ver si nos calmamos. Estás alteradito hoy, eh.

Pablo: Si, ya sé. Mi mamá  me quiere mandar a un psicólogo, dice que tengo pocos amigos y que la muerte de mi papá me sigue afectando. A ver, o sea, murió cuando tenía cinco! ¡Ya no me afecta en nada!

Yo: Creételo vos mismo y después decilo en voz alta.

Pablo: En sima vos no ayudás de mucho.

Yo: Sorry, gordi.

Pablo: Callate, idiota, contame tus estúpidos problemas. 

El siempre así de cariñoso. Siempre nos tratamos así con muchas puteadas y eso, es genial. Por eso nos queremos, bue...

Yo: Pasa que hoy en la secu, las envidiosas y trolas de ya sabés quiénes me pegaron una patada en la panza. No las tolero. -La rabia e impotencia me invadieron, pocas y dolorosas lágrimas comenzaron a caer de sentimientos acumulados. Eran poca, pero sacaban el peso de en sima que tenía- No entiendo porque mierda me tenían que pegar, no tenían un motivo ni una puta razón existente, ¿qué mierda les hice yo? Sigo sin entender, la verdad...

Pablo: No le des importancia, vos misma lo dijiste "La envidia es algo que desean ser pero nunca serán". Son unas envidiosas, resentidas de mierda. No llorés mi loca preferida. ¡No le des bola! Mandalas a la puta madre que las re mil parió y que las violen tres negros y los dos chinos. -Solté una carcajada, él siempre era así, insultaba a todos, los mandaba a la mierda- ¡Bailemos la macarena!

Me hizo reír, se paró y se puso a cantar y a bailar la macarena. Siempre buscaba la manera de hacerme reír y distraer de las mierdas que me ponían mal si sentido alguno. Me puse a bailar con él el estúpido baile de la macarena y me olvidé de todo, dejando de lado mi malestar y sintiéndome mejor. Para esto están los verdaderos amigos, él era uno.

"Verdadero amigo es ese que te acompaña siempre y te hace reír incluso en tu peor estado. Thanks."

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Espero les guste amores, besos :*

Nominé la fic a los Wattys :3 Los amo, gracias por tanto en tan poco tiempo :D

Abuz-

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