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Era una casa medianamente grande, no es que me importara el tamaño, pero su grandeza me hacía sentir un poco incómoda.

- ¿Hay alguien? -pregunto al no escuchar ningún ruido más que nosotros.

- No, mi mamá trabaja y mi hermana está en la escuela, supuestamente.

Asiento y me quedo mirando unas fotos apoyadas en una mesita.

- Este soy yo de chiquito, esta es mi hermana y esta mi mamá. -sonríe señalando las fotos.

El mini Julián me daba demasiada ternura, todavía conserva la misma sonrisa.

Después nos pusimos a tomar mates y a conversar de cosas diversas, charlar con él era algo entretenido y llevadero.

"Que 100 esas conversaciones que te desconectan del mundo"
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En cuanto miro la hora, ya eran las 11. Estuvimos toda la mañana conversando y pasándola bien. No quiero imaginarme con lo que me me voy a encontrar al llegar a mi casa. Sin embargo, siento que es hora de partir.

- Debería ir yendo...

- ¿Ya? -hace tres horas que estamos en su casa prácticamente- Vení, vamos arriba.

Otra vez me encontraba en una pelea entre mi coherencia y mi lado semi loco. Y creo que el lado semi loco ya gana por goleada.

Subimos y entramos a una habitación, está poco decorada, ordenada y siento que si me hace sentir cómoda. No sé si será la habitación o la presencia de Julián, probablemente las dos.

Antes de darme tiempo a reaccionar, Julián cierra la puerta y con desesperación acerca sus labios a los míos. Quizá tendría que haberle hecho caso a mi lado coherente.

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