Comencé a abrir los ojos con dificultad por la luz incandescente del fluorescente. Sentía mis párpados pesados, mi cuerpo estaba adormecido y un dolor intenso en la nuca me mataba.
Cuando logré abrir los ojos pude verme rodeada de aparatos eléctricos y cables conectados a mi cuerpo, también tenía en mi brazo derecho una aguja que transportaba a mi cuerpo suero. En cambio, en el izquierdo estaban los cortes hechos recientemente.
Más que seguro ya toda mi familia, los médicos, enfermeras, todos, sabían sobre esto, mis cortes, mis heridas intencionales, mi dolor silencioso.
Había hecho los cortes en uno de mis ataques. Lloraba en silencio, sofocaba mis gritos, y simplemente tomé la cuchilla y la pasé por mí piel dejando profundas marcas, haciéndome derramar mí sangre en busca de mí satisfacción y rellenar un poco el vacío y el sufrimiento.
Sabía que esto no iba a terminar bien, no tenía idea de como reaccionaría mí mamá, qué pensaría. Pero no tengo respuesta a eso.
Y justo en ese instante como si la hubiera invocado apareció mí mamá por la puerta chillante de madera con bisagras oxidadas. Tenía su cara cansada, se la podía ver triste, en sus ojos no tenían mismo el brillo especial de siempre y sus cachetes no estaban con ese leve tono rosado. Me sentí culpable, sabía perfectamente que todo lo que le pasara se debía a mí.
Cathy: Hija...
Yo: Mamá...
Cathy: Mi niñita -se acerca y me acaricia la cabeza suevemente- cómo estás, mí ángel?
Yo: Me duele un poco la cabeza...
Cathy: Oh, bueno, ya se te pasará.
La habitación se llenó del silencio más incómodo de toda mi vida. Sabía que quería hablar sobre el tema, pero no tenía manera de sacar la conversación sobre eso, quisiera o no, terminaríamos hablando sobre ese tema en particular.
Y así fue, terminamos hablando sobre eso, peleando, discutiendo, ella me pedía explicaciones que yo no me podía dar ni a mí misma. Me dolió verla llorar, sentía una daga en mi pecho, quería que prometa no volver a hacerlo más pero era algo que no lograría. Si se lo prometía sería la mentira más grande del universo, le mentiría a ella, a los médicos que deseaban internarme, a mí hermana y a mí. Mentiría a todos.
No le terminé explicando el por qué, ya que era algo que ni yo me respondía. Quizás una simple necesidad de acallar mi mente y sus comentarios, sacar el dolor o hacerme sufrir por el hecho de ser siempre tan estúpida, ingenua e idiota. Era todo. A decir verdad y ahora que lo pienso mejor, sí. Es todo, me siento mal con migo misma, no tolero a quienes me rodean y descargo todo en mí piel. Así como la bailarina expresa sus sentimientos dejando todo en el escenario o un pintor pinta en un papel algo que representa su estado de ánimo, yo y todos los suicidas somos unos artistas más que expresamos nuestros sentimientos con una cuchilla y nuestra piel, pintamos el suelo de color rojo y así nos liberamos, soltamos todo sentimiento de dolor aunque siempre queda un poco de eso, para que lo hagamos nuevamente y nos volvamos adictos a eso como si fuera una droga. Y es que sí, es una droga, la marihuana también lo es, el cigarrillo, el alcohol, el sexo, cortarse, vomitar, las dietas, todo es una droga. Drogas malignas que nos van comiendo poco a poco, se alimentan de nosotros, nos hacen alejarnos del mundo, perder todo, quedar solos y luego nos llevan a nuestra propia tumba.
N/a:
Disculpen la desaparición otra vez. Soy de actualizar cuando puedo y me siento inspirada, no me gusta que algo que es una especie de hobbie termine siendo como una obligación.
Ah, quieren que empiece a dedicar capítulos?
Abuz-
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