Tweet 27.

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Tomé mi teléfono y twitteé.

“Nutella Time”
Tweet Enviado.

— ¿Te dije que me encanta la nutella?
— Acabas de hacerlo.
Reí y lo agarré de la mano para arrastrarlo a Royals mi lugar preferido para comprar nutella.
Era sábado y estaba dando vueltas por la ciudad con Julián, mostrándole mis lugares preferidos. Honestamente nunca había hecho esto, pero me sentía expuesta. Estar mostrándole a alguien tus lugares, explicarle por qué te gustan es más complejo que sólo palabras, estás mostrando una parte de vos, y nadie, hasta hoy, conocía esta parte de mí.
— ¿Qué tiene de rica esa cosa? -preguntó señalando dos potes de nutella que había agarrado.
Lo miré con cara de dolida.
— No conocés el paraíso.
— Se nota que sos virgen. -contestó riendo.
Me sonrojé ante su comentario inesperado y fui a la caja sin dirigirle la mirada ni palabra.
Había dos personas delante mío y esperaba para pagar cuando me abrazó por atrás y apoyó su cabeza en mi hombro. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral quién sabe por qué.
— No te enojes. -dijo en mi oído.
— No me enojé. -susurré.
— No quería incomodarte.
Me di vuelta para verlo, estabamos a una corta distancia.
— La verdad -aclaré- simplemente no estoy acostumbrada a esos comentarios, sólo eso.
— Está bien -dijo relajado.
Lo miré a los labios inevitablemente y me di vuelta rápidamente. Pagué ambas cosas y salí de la tienda con Julián a mi lado. Abrí un pote y pasé mi dedo dentro para luego chuparlo, no tenía cuchara. Le pasé el pote a él e hizo lo mismo.
— Bueno, puede que tengas razón, es bastante rico.
— ¿Sólo bastante?
—No pidas más.
Reí y seguí caminando mientras comíamos y charlábamos cosas sin sentido.
Lo llevé a un parque que realmente amaba, había una fuente en él y me gustaba mirar el atardecer desde allí.
Estaba oscureciendo justo cuando llegamos y le señalé el sol. Se quedó mirando, apreciando el crepúsculo, sonreí. Él tanto como yo sabía apreciar un lindo paisaje. Había una fina brisa y nubes en el cielo, sabía que se aproximaba una tormenta.
Terminó de atardecer, se había oscurecido todo y tenía frío, así que le propuse ir cada uno a su casa, pero él insistió en acompañarme.
Al llegar a mi casa lo despedí con un beso en la mejilla y justo en ese momento salió mi mamá por la puerta. Matenme.
— Ori! -exclamó- te estaba esperando con tu hermana.
— Bueno, acá estoy.
Quería que la tierra me tragara.
— ¿Vos sos un amigo de Ori? -le preguntó a Julián.
— Mamá, él es Julián. Juli, ella es Cathy, mi mamá.
Él le dio la mano amablemente. Le agradecería después.
— Un gusto, señora.
— Ay, decime Cathy no me hagas sentir vieja -bromeó ella.
Él rió más por compromiso que por gracia.
— Bueno, mamá, se le hace tarde para ir a su casa. Así que, nos vemos, Juli -volví a darle un beso y mi mamá también le dio uno.
Apenas entramos a la casa, me sentía avergonzada.

— ¡MAMÁ!

Pd: cambié la manera de narrar los diálogos.

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