02. Memoria vacía

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Vanesa se despertó de nuevo, pero esta vez su mente era un caos de imágenes desordenadas

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Vanesa se despertó de nuevo, pero esta vez su mente era un caos de imágenes desordenadas. Voces sin rostro, luces parpadeantes, y la sensación de estar cayendo en una espiral sin fin. Estaba atrapada, no solo en el Centro de Detención, sino dentro de su propio cuerpo, incapaz de recordar nada claro, incapaz de escapar de la prisión de sus propios pensamientos. Cada vez que intentaba concentrarse, sentía que algo la bloqueaba, como si hubiera una pared invisible entre ella y sus recuerdos.

Cronos había dejado su marca en ella, no solo física, con la jeringa, sino también en su mente. Podía sentir las grietas en su memoria, y aunque no podía recordar todo, sabía que no podía confiar en nada de lo que la rodeaba. Sabía que debía mantenerse fuerte, pero también sentía que estaba cerca de quebrarse.

El dolor volvía a apoderarse de su cuerpo, pero era distinto. Esta vez, era una presión constante, como si algo dentro de ella estuviera a punto de estallar.

"¿Que me han hecho?" se preguntaba mientras caminaba, con las manos temblando y las piernas apenas sosteniéndola.

Taraj y Cronos no tardaron mucho en reaparecer. Vanesa sintió su presencia antes de verlos, como si fueran sombras acechando en los límites de su conciencia. Las luces de la celda parpadearon, y cuando se aclararon, allí estaban ellos, observándola.

Taraj dio un paso adelante. Su expresión seguía siendo fría.

A pesar de todo lo que le habían hecho, seguía sin ceder, y eso la diferenciaba de los demás.

—Es impresionante, Vanesa —dijo Taraj, casi con una reverencia burlona—. No muchas personas pueden soportar tanto sin quebrarse.

Vanesa no respondió. Sus labios estaban secos, y su mente aún estaba nublada por los restos del suero que le habían inyectado. Sabía que cualquier cosa que dijera solo los alentaría a continuar.

—Sin embargo, —continuó Taraj—, eso no significa que no puedas quebrarte. Solo es cuestión de tiempo.

Cronos, de pie junto a Taraj, ajustaba unos controles en una consola.

—No puedes seguir resistiéndote para siempre —dijo Cronos, con una sonrisa—. Todos ceden eventualmente.

Vanesa cerró los ojos. Recordó la aguja perforando su piel, el frío que le recorría el cuerpo, y la sensación de pérdida total. Pero esta vez no sería igual. Esta vez, no les daría el placer de verla caer sin luchar.

De repente, una serie de recuerdos vagos y dispersos comenzaron a inundar su mente. Vio destellos de una vida que no recordaba. Una risa que resonaba a lo lejos, una mano extendida hacia ella, y luego oscuridad. Pero había algo más, algo en esos recuerdos que no podía entender del todo.

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora