5| Un apodo y un plan a seguir

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Un apodo y un plan a seguir


El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Vanesa abrió los ojos lentamente. Se incorporó en su improvisada cama, una simple manta extendida sobre el suelo de la tienda, y se frotó la cara con las manos para espantar los últimos vestigios del sueño. Había dormido mal, con sueños extraños y confusos que se desvanecían de su memoria al despertar, dejando solo una sensación de inquietud.

Afuera del campamento rebelde, la vida ya comenzaba a agitarse. Vanesa podía escuchar el murmullo bajo de voces y el crujir de pasos sobre la tierra seca. Los guardias nocturnos se retiraban a descansar mientras el resto del campamento cobraba vida con el amanecer.

Respirando hondo, Vanesa se puso de pie y salió de su tienda. La luz de la mañana era suave y grisácea, filtrándose entre las nubes que cubrían el cielo. El aire fresco de la madrugada le acarició el rostro, ayudándola a terminar de despertar. Miró a su alrededor, observando el campamento que poco a poco se ponía en movimiento.

Las fogatas de la noche anterior estaban casi extintas, solo quedaban algunas brasas humeantes que enviaban delgadas columnas de humo hacia el cielo nublado. La gente del campamento iba de un lado a otro, ocupándose de sus tareas diarias o vigilando los alrededores en busca de cualquier señal de peligro.

Vanesa dio unos pasos, estirando sus músculos entumecidos por el sueño y observando todo con curiosidad. Se sentía extraña, como si conociera ese lugar pero al mismo tiempo fuera todo nuevo para ella. Algunos recuerdos parecían claros en su mente, mientras que otros se mantenían borrosos y esquivos.

De repente, una voz familiar la sacó de sus pensamientos.

—Hola, Vanesa. Veo que te has levantado temprano.

Era Raxiel. Llevaba puesto su característico abrigo oscuro y, aunque parecía cansado, sus ojos brillaban con la misma intensidad de siempre. A su lado se encontraba un hombre alto y musculoso que Vanesa no reconocía. El desconocido la miraba con una expresión que mezclaba curiosidad y desconfianza.

—Vanesa —dijo Raxiel, haciendo un gesto hacia el hombre a su lado —te presento a Jenner. Él nos ayudó en la misión para rescatarte de los... de los malos.

Jenner se limitó a inclinar levemente la cabeza en señal de reconocimiento, sin dejar de mirar a Vanesa con recelo. Luego, para sorpresa de la joven, el hombre escupió al suelo y soltó una risa seca y sin humor.

—¿Así que esta es la famosa Dama Oscura? —dijo Jenner con tono burlón, mirando a Vanesa de arriba abajo —No parece gran cosa, la verdad.

Vanesa parpadeó, sorprendida y confundida por las palabras de Jenner. No entendía por qué la llamaba así, ni por qué parecía tenerle tanta antipatía. ¿No se suponía que estaban del mismo lado, luchando contra un enemigo común?

Las palabras de Jenner, sin embargo, despertaron algo en la memoria de Vanesa. De repente, se vio transportada a otro lugar y otro momento. Se encontraba en un refugio subterráneo, en las alcantarillas de la ciudad vieja. Había más gente allí, figuras borrosas que discutían acaloradamente en la penumbra.

—No podemos confiar en esa chica —decía una voz ronca que hacía eco en los túneles húmedos —Desde que la rescatamos, solo nos ha traído problemas. Llama demasiado la atención del enemigo.

—Ten cuidado con lo que dices, Jenner —respondió la voz tranquila y firme de Raxiel —Vanesa es más fuerte de lo que crees. Ha pasado por cosas horribles y aun así sigue adelante. Si ha cometido errores, es comprensible. Todos nos equivocamos cuando luchamos contra esta tiranía.

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora