7| Refugio en la tormenta

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Refugio en la tormenta


El cielo se había oscurecido cuando Raxiel y Vanesa finalmente lograron alejarse lo suficiente del campo de batalla. Los ecos lejanos de explosiones y disparos aún resonaban en el aire, pero poco a poco iban quedando atrás mientras se adentraban en las ruinas de la ciudad.

Vanesa cojeaba visiblemente, apoyándose con fuerza en el hombro de Raxiel. Cada paso parecía costarle un esfuerzo sobrehumano, y su rostro estaba pálido y cubierto de sudor.

Raxiel la miraba de reojo con preocupación.

"Tenemos que encontrar un lugar seguro pronto", pensó el joven rebelde. "No aguantará mucho más tiempo así".

Como si hubiera leído sus pensamientos, Vanesa tropezó y casi cayó al suelo. Raxiel logró sostenerla justo a tiempo, pasando un brazo por su cintura para darle más apoyo.

—Lo siento —murmuró Vanesa con voz débil—. Creo que... necesito descansar un momento.

Raxiel asintió y la ayudó a sentarse con cuidado junto a los restos de lo que alguna vez había sido un muro. Se agachó frente a ella, examinando su rostro con atención.

—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja—. Y no te atrevas a mentirme, Vanesa. Necesito saber qué tan mal estás.

La joven rebelde esbozó una sonrisa torcida, pero el gesto se convirtió en una mueca de dolor.

—Honestamente... he estado mejor —admitió finalmente—. Creo que tengo un par de costillas rotas, y mi tobillo izquierdo... bueno, digamos que ha visto días mejores.

Raxiel frunció el ceño y se pasó una mano por el cabello con frustración.

—Maldita sea —murmuró—. Necesitamos encontrar un lugar seguro donde pueda revisarte bien y tratar tus heridas. No podemos quedarnos aquí a la intemperie.

Vanesa asintió débilmente.

—¿Qué hay de los demás? —preguntó—. ¿No deberíamos intentar reagruparnos con el resto de nuestras fuerzas?

Raxiel negó con la cabeza.

—Ya lo intenté mientras nos alejábamos del campo de batalla —explicó—. Usé el comunicador varias veces, pero no obtuve respuesta. Parece que hay algún tipo de interferencia en el área.

Una sombra de preocupación cruzó el rostro de Vanesa.

—¿Crees que les haya pasado algo?

—No lo sé —respondió Raxiel con honestidad—. Espero que no. Pero por ahora, tenemos que concentrarnos en mantenernos con vida y encontrar un refugio. Ya nos ocuparemos de buscarlos cuando estés en mejores condiciones.

Vanesa asintió a regañadientes. Sabía que Raxiel tenía razón, pero no podía evitar sentirse culpable por no poder ayudar a sus compañeros.

—Está bien —dijo finalmente—. ¿Tienes alguna idea de dónde podríamos escondernos?

Raxiel se puso de pie y escudriñó los alrededores. Las ruinas de la ciudad se extendían en todas direcciones, un laberinto de edificios destruidos y calles llenas de escombros. A lo lejos, pudo distinguir la silueta de lo que parecía ser un antiguo centro comercial.

—Creo que podríamos intentar llegar hasta allí —dijo, señalando la estructura—. Con suerte, encontraremos algún lugar resguardado donde pasar la noche.

Vanesa siguió la dirección de su mirada y asintió.

—Parece un buen plan —dijo—. Sólo espero poder llegar hasta allí sin desmayarme en el camino.

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora