17| Un pasado que reclama el futuro

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CAPÍTULO FINAL

17

Un pasado que reclama el futuro

La luz tenue del amanecer se filtraba por las ventanas polvorientas de la vieja cabaña en el bosque. El aire olía a madera húmeda y a pino, una fragancia que envolvía la habitación como un manto reconfortante. En el centro, sobre una cama destartalada, Raxiel comenzó a moverse lentamente. Sus párpados temblaron antes de abrirse por completo, revelando unos ojos confundidos que vagaron por el techo de madera antes de posarse en la figura sentada a su lado.

Vanesa estaba allí, con el cabello revuelto y ojeras bajo sus ojos, pero con una sonrisa que iluminaba toda su cara. Al ver que Raxiel despertaba, se inclinó hacia él, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.

—Raxiel —susurró ella, su voz temblorosa por la emoción—. Por fin despiertas.

Raxiel parpadeó varias veces, tratando de aclarar su visión y sus pensamientos. Su garganta se sentía seca y áspera, como si hubiera estado gritando durante horas. Cuando finalmente habló, su voz sonó ronca y débil.

—Vanesa... ¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?

Vanesa tomó su mano entre las suyas, apretándola suavemente. El calor de su toque era reconfortante, un ancla en medio de la confusión que nublaba la mente de Raxiel.

—Estamos a salvo —respondió ella, acariciando suavemente el dorso de su mano con el pulgar—. Lejos del laboratorio, lejos de Jenner. Unos... amigos nos ayudaron a escapar.

Raxiel frunció el ceño, tratando de recordar. Imágenes fragmentadas pasaban por su mente: luces brillantes, el frío metal de una mesa de operaciones, gritos y explosiones. Pero todo era confuso, como si estuviera viendo a través de un cristal empañado.

—No recuerdo mucho —admitió, cerrando los ojos por un momento—. Todo es tan... borroso.

Vanesa asintió comprensivamente.

—Es normal. Nos tuvieron sedados durante mucho tiempo. Pero ahora estamos bien, estamos juntos.

Raxiel volvió a abrir los ojos, esta vez enfocándose completamente en Vanesa. A pesar del cansancio evidente en su rostro, le pareció más hermosa que nunca. Su corazón se llenó de una calidez que no sentía desde hacía mucho tiempo.

—Vanesa —dijo suavemente, levantando una mano temblorosa para acariciar su mejilla—. Te quiero.

Los ojos de Vanesa se llenaron de lágrimas, pero su sonrisa se hizo aún más amplia.

—Yo también, Raxiel. Más de lo que puedas imaginar.

Se inclinó hacia él y sus labios se encontraron en un beso suave y tierno. Por un momento, el mundo exterior dejó de existir. No había laboratorios, ni científicos locos, ni pasados dolorosos. Solo estaban ellos dos, unidos por un amor que parecía capaz de superar cualquier obstáculo.

Cuando se separaron, Raxiel sintió que su corazón latía con fuerza renovada. Por primera vez en años, se sentía verdaderamente vivo, verdaderamente feliz. Miró a Vanesa a los ojos y vio en ellos un futuro lleno de posibilidades.

—Vamos a estar bien, ¿verdad? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta en su corazón.

Vanesa asintió, apretando su mano.

—Sí, lo estaremos. Juntos podemos superar cualquier cosa.

Raxiel sonrió, sintiendo que una paz que no había conocido en mucho tiempo lo invadía. Cerró los ojos, disfrutando de la sensación de la mano de Vanesa en la suya, del sonido de su respiración, del aroma a pino que llenaba la habitación.

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora