15| Fugaz libertad

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Fugaz libertad

La oscuridad de la noche envolvía las instalaciones del Proyecto Fénix cuando Raxiel abrió los ojos. Por un momento, se sintió desorientado, el peso familiar del cuerpo de Vanesa contra el suyo el único anclaje a la realidad. Parpadeó varias veces, intentando acostumbrar su vista a la penumbra de la habitación.

—Vanesa —susurró, sacudiendo suavemente el hombro de la mujer dormida a su lado—. Vanesa, despierta.

Ella se removió, emitiendo un suave gemido antes de abrir los ojos.

—¿Qué pasa? —murmuró, su voz ronca por el sueño.

—Creo que es nuestra oportunidad —respondió Raxiel en voz baja, su mirada fija en la puerta de la habitación—. No he escuchado a nadie pasar en horas. Podría ser nuestra única oportunidad de escapar.

Vanesa se incorporó rápidamente, el sueño abandonando su cuerpo ante la perspectiva de la libertad.

—¿Estás seguro? —preguntó, su voz mezclada con esperanza y temor—. ¿Cómo saldremos de aquí?

Raxiel se levantó de la cama, moviéndose silenciosamente hacia la puerta. La examinó cuidadosamente, sus dedos recorriendo el marco metálico.

—No estoy seguro —admitió—. Pero tenemos que intentarlo. No podemos quedarnos aquí y dejar que sigan experimentando con nosotros.

Vanesa asintió, uniéndose a él junto a la puerta. Juntos, comenzaron a examinar cada centímetro de la habitación, buscando cualquier cosa que pudiera ayudarles a escapar.

—Mira —susurró Vanesa después de varios minutos, señalando hacia una esquina del techo—. Parece que hay una rejilla de ventilación.

Raxiel siguió su mirada, notando la pequeña rejilla metálica. Era estrecha, pero tal vez lo suficientemente grande para que pudieran pasar por ella.

—Bien visto —dijo, una sonrisa formándose en sus labios—. Ahora solo necesitamos una forma de llegar hasta allí y abrirla.

Miraron alrededor de la habitación, buscando algo que pudieran usar. La cama era demasiado pesada para moverla, y no había ningún mueble que pudieran usar como escalera.

—Tendré que subirte a mis hombros —dijo finalmente Raxiel—. Es la única manera de que alcances la rejilla.

Vanesa asintió, aunque la preocupación se reflejaba en su rostro.

—¿Y si hago ruido? ¿Y si alguien nos escucha?

Raxiel tomó su mano, apretándola suavemente.

—Tendremos que arriesgarnos —respondió—. Es nuestra única oportunidad.

Con cuidado, Raxiel se posicionó debajo de la rejilla. Vanesa se subió a sus hombros, equilibrándose precariamente mientras él se ponía de pie. Sus manos temblaban ligeramente mientras alcanzaba la rejilla.

—Está atornillada —susurró, sus dedos recorriendo el borde metálico—. Necesito algo para aflojar los tornillos.

Raxiel miró alrededor, sus ojos escaneando la habitación en busca de algo que pudieran usar. Su mirada se detuvo en la bandeja de comida que habían dejado en un rincón.

—La cuchara —dijo en voz baja—. Intenta usar el mango de la cuchara.

Vanesa se estiró, alcanzando la bandeja y tomando la cuchara de plástico. No era la herramienta ideal, pero tendría que servir. Con determinación, comenzó a trabajar en los tornillos, el plástico crujiendo bajo la presión.

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora