8| Recuerdos y revelaciones

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Recuerdos y revelaciones


La noche avanzaba lentamente mientras Raxiel y Vanesa dormían acurrucados en su refugio. El viento soplaba suavemente afuera, colándose por las grietas del edificio abandonado y trayendo consigo el frío de la madrugada. Sin embargo, el calor compartido entre los dos rebeldes mantenía a raya la gélida temperatura.

Vanesa se movió inquieta en sueños, su rostro contrayéndose en una mueca de preocupación. Su mente, libre de las ataduras de la consciencia, comenzó a vagar por recuerdos largamente olvidados, mezclando el pasado con el presente en una danza confusa de imágenes y sensaciones.

Vanesa se encontró de repente en un lugar familiar pero distante. Era una habitación amplia y luminosa, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol. Las paredes estaban decoradas con fotografías y carteles de bandas de música. En una esquina, un viejo sofá desgastado acogía a un grupo de jóvenes que reían y charlaban animadamente.

Vanesa se vio a sí misma, más joven y despreocupada, sentada en el suelo con las piernas cruzadas. A su lado, un chico de cabello oscuro y ojos brillantes gesticulaba con entusiasmo mientras hablaba. Óscar, su nombre surgió en la mente de Vanesa como un susurro lejano.

—¡Les digo que es una locura! —exclamaba Óscar, su voz llena de emoción—. ¿Se imaginan poder viajar en el tiempo? ¡Piensen en todas las cosas que podríamos cambiar!

Una chica de pelo rojo y pecas, sentada en el sofá, soltó una carcajada. Bea, recordó Vanesa con una punzada de nostalgia.

—Óscar, siempre con tus teorías locas —dijo Bea, sacudiendo la cabeza con diversión—. ¿No crees que si fuera posible viajar en el tiempo, alguien ya lo habría hecho y habríamos notado los cambios?

Óscar frunció el ceño, fingiendo estar ofendido.

—Eso es porque no entiendes cómo funcionaría, Bea —respondió—. Si viajas al pasado y cambias algo, creas una línea temporal alternativa. Nosotros seguiríamos en esta realidad, sin darnos cuenta de los cambios en la otra.

Vanesa, en su sueño, se escuchó a sí misma reír.

—Creo que has visto demasiadas películas de ciencia ficción, Óscar —dijo, dándole un ligero empujón amistoso—. Además, incluso si fuera posible, ¿no crees que sería peligroso? Podrías cambiar algo importante sin querer y empeorar las cosas.

Óscar se volvió hacia ella, sus ojos brillando con determinación.

—Pero también podrías mejorarlas, Van —insistió—. Imagina poder evitar guerras, salvar vidas, advertir sobre desastres naturales...

—O crear paradojas temporales que destruyan el universo —interrumpió una voz familiar.

Vanesa giró la cabeza y vio a Raxiel, más joven pero con la misma sonrisa traviesa que conocía tan bien, apoyado en el marco de la puerta.

—Rax, no seas aguafiestas —se quejó Óscar—. Estás del lado de la ciencia, ¿no deberías estar emocionado por la posibilidad?

Raxiel se acercó al grupo y se sentó junto a Vanesa, rozando ligeramente su hombro contra el de ella. Vanesa sintió una calidez familiar ante el contacto, incluso en su sueño.

—Estoy del lado de la ciencia realista, amigo mío —respondió Raxiel—. Y por ahora, viajar en el tiempo sigue siendo ciencia ficción. Mejor concentrémonos en cómo podemos mejorar el presente, ¿no creen?

Disidente X (#PGP2024) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora