---Era ya la tarde después de las conversaciones con los muchachos. Bruno y Alex habían insistido en que Mila y Abby debían quedarse en la casa para su seguridad, pero Abby no estaba de acuerdo. Ambas tenían sus vidas; Mila tenía clientes y Abby su trabajo. Después de discutirlo, los muchachos cedieron, pero acordaron que tendrían vigilancia constante y alguien siempre estaría con ellas.
Finalmente, estuvieron de acuerdo y se marcharon a sus casas llevadas por alguien que trabajaba para los muchachos. Al volver a entrar a la casa, Alex y Bruno volvieron a reunirse en la oficina para discutir la situación, hablando sobre el hombre que quería destruirlos: Marcus D'Angelo.
—Marcus siempre ha sido meticuloso —dijo Alex, frustrado—. No entiendo cómo es que no hemos conseguido nada en concreto hasta ahora. El tipo cuida todos los pasos que da.
Bruno asintió, con la mandíbula apretada. —Lo sé. Cada movimiento, cada transacción, todo está cubierto. No deja rastro alguno. Es como si supiera lo que vamos a hacer antes de que lo hagamos.
—Y eso es lo que más me preocupa —replicó Alex, su frustración evidente—. ¿Cómo es posible que estemos un paso detrás todo el tiempo? Necesitamos algo, cualquier cosa, para poder adelantarnos a él.
Bruno se frotó la frente, sintiendo la presión del momento. —Tenemos que seguir buscando. Marcus no puede ser perfecto. Debe haber algo que hemos pasado por alto.
Alex suspiró, dejándose caer en una silla. —¿Y qué pasará con Mila? —preguntó, cambiando el tema momentáneamente.
Bruno, sin saber exactamente qué decir, miró a su amigo. —Estamos en deuda con ella, pero cuando esto acabe, seguirá con su vida.
Alex sonrió con prepotencia. —Claro, si no pones tus manos en ella antes.
Bruno frunció el ceño. —¿De qué hablas, Alex?
—Vamos, Bruno. Vi cómo la miraste. No fuiste muy discreto, amigo mío —dijo Alex, con una sonrisa traviesa.
—Estás imaginando cosas —replicó Bruno, tratando de sonar convincente.
—Sabes muy bien que no imagino nada. Porque yo también la miré de la misma manera —dijo Alex, sabiendo que había puesto a su amigo en jaque.
Bruno se sirvió un trago y miró a Alex intensamente. —Ambos sabemos que esa mujer no está para eso. Ella solo fue un medio para un fin. Así de simple.
Alex suspiró. —Lo sé. Solo que me agradó un poco la chica y me da lástima lo que le pasó.
—Estoy de acuerdo. Pero tenemos un plan y seguiremos con él. Nada más importa.
Antes de que pudieran seguir con la conversación, entró el jefe de seguridad, Max, anunciando que las chicas habían llegado a casa.
—Gracias, Max —dijo Bruno.
—Sí, sí, yo siempre salvando sus culos. Solo no me vuelvan a pedir llevar a la rubia —dijo refiriéndose a Abby—. No se callaba nunca.
Con un último comentario sarcástico, Max salió de la habitación, dejando a Bruno y Alex con mucho en qué pensar.
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Mila
ChickLitMila Coubrer es una psicóloga comprometida con su trabajo en una prisión, decidida a ayudar a los reclusos a reintegrarse en la sociedad. Sin embargo, su vida cambia radicalmente cuando conoce a Bruno, un prisionero inocente que ha sido injustamente...