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Mila bajó las escaleras con paso decidido, su mente clara en lo que quería decir. Cuando llegó a la sala, encontró a Bruno y Alex todavía sumidos en su conversación. Ambos levantaron la mirada al verla, sus rostros mostrando una mezcla de sorpresa y expectativa.

—Necesito hablar con ustedes —dijo Mila, sin rodeos.

—Adelante —respondió Bruno, cruzando los brazos mientras observaba su determinación.

—He estado pensando en todo lo que ha pasado, y aunque entiendo que mi vida está en peligro, no puedo seguir permitiendo que tomen decisiones por mí. Necesito volver a trabajar, volver a tener control sobre mi vida.

Alex frunció el ceño—: Mila, entiendes lo que eso implica, ¿verdad? Marcus Draven no es alguien con quien jugar. Si sales de esta casa sin protección, te estarás exponiendo a un riesgo innecesario.

—Lo entiendo, Alex —respondió Mila, con un tono firme—. Pero no puedo seguir viviendo aquí como si mi vida estuviera en pausa. Tengo responsabilidades, y no voy a abandonarlas solo porque hay peligro.

Bruno la miró en silencio por un momento, evaluando su resolución. Finalmente, habló—: Apreciamos tu determinación, Mila, pero no podemos permitir que te pongas en peligro de esa manera. Si decides volver al trabajo, al menos déjanos asegurarnos de que estarás protegida.

—Podemos asignarte tres guardaespaldas —sugirió Alex, como si fuera la solución más lógica.

Mila levantó una mano, negando con la cabeza—: No, no necesito tres guardaespaldas siguiéndome a todas partes. Eso solo haría mi vida más complicada.

—No estamos negociando, Mila —dijo Bruno, su tono inusualmente suave pero firme—. Necesitamos saber que estarás segura, y esta es la única forma en que podemos asegurarnos de eso.

—Si me van a obligar a aceptar, entonces solo quiero uno —replicó Mila, cruzando los brazos en señal de desafío.

Alex intercambió una mirada con Bruno antes de hablar—: Dos guardaespaldas, Mila. Es nuestra oferta final.

Mila suspiró, sabiendo que no iba a ganar esa discusión. La situación era delicada, y aunque quería su independencia, también entendía que ellos solo querían protegerla.

—Está bien, dos —aceptó finalmente, sin mucho entusiasmo.

Bruno asintió—: Bien. Haremos los arreglos necesarios para que puedas volver a trabajar de forma segura. Pero recuerda, Mila, si en algún momento sientes que la situación se vuelve peligrosa, tienes que avisarnos de inmediato.

Mila asintió, agradecida de que al menos había conseguido negociar algo. Aunque todavía se sentía frustrada por la falta de control sobre su vida, sabía que este era un pequeño paso hacia recuperar lo que había perdido.

—Gracias —dijo, con una voz más suave—. Aprecio que estén haciendo esto por mí, pero también necesito que confíen en que puedo manejar mi vida.

Alex se levantó del sofá y se acercó a ella—: Confiamos en ti, Mila. Pero también necesitamos que entiendas que tu seguridad es nuestra prioridad.

—Lo entiendo —respondió Mila, permitiendo que un pequeño rastro de gratitud se filtrara en su voz.

Bruno, que había estado observando la interacción en silencio, se acercó a ellos—: Lo importante es que estemos todos en la misma página. Sabemos que eres capaz de manejarte, pero no podemos arriesgarnos.

Mila asintió, aunque todavía había una parte de ella que deseaba poder manejar las cosas a su manera. Sabía que este era un compromiso, y aunque no era perfecto, al menos era un comienzo.

—Entonces, ¿cuándo quieres volver al trabajo? —preguntó Alex, su tono más relajado ahora que habían llegado a un acuerdo.

—Mañana —respondió Mila, sin dudar—. Necesito volver a la normalidad lo antes posible.

—Hecho —dijo Bruno, con un leve asentimiento—. Haremos los arreglos necesarios para que estés segura.

Mila asintió y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que había recuperado al menos un poco del control sobre su vida. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo de frente.

Sin embargo, antes de que la conversación pudiera concluir, la puerta de la sala se abrió lentamente y la señora Clara apareció con una bandeja de té. La mujer, siempre atenta, había percibido la tensión en el ambiente y decidió intervenir de su manera característica: con una sonrisa cálida y una oferta de té para calmar los ánimos.

—He pensado que un poco de té podría ayudar a calmar las cosas —dijo la señora Clara, depositando la bandeja sobre la mesa con una sonrisa maternal.

Mila, que había estado tensa durante toda la conversación, no pudo evitar sentir una oleada de alivio ante la amabilidad de la mujer. Clara le ofreció una taza, y Mila la aceptó con una sonrisa agradecida.

—Gracias, señora Clara —dijo Mila, sintiendo que el té era justo lo que necesitaba.

Clara se retiró discretamente, dejando a los tres en un silencio cómodo mientras disfrutaban del té. Finalmente, Bruno fue el primero en romper el silencio.

—Mila, sabemos que todo esto ha sido difícil para ti. Y aunque queremos asegurarnos de que estés segura, también entendemos que necesitas recuperar algo de control sobre tu vida —dijo Bruno, con una sinceridad que Mila no había visto antes.

—Es por eso que vamos a hacer todo lo posible para apoyarte —añadió Alex, su tono más suave de lo habitual—. Pero por favor, no dudes en contar con nosotros si necesitas algo.

Mila asintió, sintiendo que la tensión en su pecho se aflojaba un poco. Aunque la situación seguía siendo complicada, al menos sentía que estaban todos en la misma página.

Después de terminar su té, Mila se levantó para retirarse a su habitación. Necesitaba tiempo para procesar todo lo que había sucedido y pensar en cómo seguir adelante. Pero antes de salir de la sala, se detuvo y miró a los dos hombres.

—Gracias —dijo, con una voz que apenas se escuchó—. Sé que solo quieren protegerme, y lo aprecio.

Bruno y Alex asintieron en silencio, observando cómo Mila salía de la sala y subía las escaleras. Sabían que aún quedaba un largo camino por recorrer, pero al menos ahora había una sensación de entendimiento entre ellos y aunque ambos no lo notaran  últimamente lo único que era seguidos en sus vidas era ver cómo  esa mujer  subía esas escaleras , que demostraba en ocasiones tener una inocencia tan bella como llamativa pero también el valor y la autosuficiencia de todo una mujer y aunque no se dieran cuenta eso comenzaba a encantarles

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Preparados porque a partir de aquí comienza lo caliente 😏😉

MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora