Se donde vives

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Las luces de la ciudad parpadeaban mientras Abby y Mila llegaban a casa de Abby. Después de todo lo ocurrido, ambas decidieron que lo mejor era pasar la noche juntas. Al cerrar la puerta tras de sí, Abby suspiró profundamente y se dejó caer en el sofá. El silencio entre ellas era palpable, lleno de preguntas sin responder y una tensión que no se podía ignorar.

—Mila, necesitamos hablar —dijo Abby finalmente, su voz reflejando tanto preocupación como frustración.

Mila asintió, sabiendo que este momento era inevitable. Abby se levantó y se dirigió a la cocina, regresando con una botella de vino y dos copas. Sirvió una generosa cantidad en cada copa y le entregó una a Mila.

—Gracias —dijo Mila, tomando un sorbo y sintiendo el calor del vino relajándola un poco.

—Entonces, ¿me explicarás qué demonios está pasando? —preguntó Abby, sin rodeos.

Mila respiró hondo y comenzó a contarle todo. Desde cómo conoció a Bruno y Alex, hasta la manera en que se involucró en ayudar a Bruno a demostrar su inocencia. Le explicó cómo había estado en peligro debido a su asociación con ellos y cómo los eventos de la noche anterior habían sido una culminación de todo eso.

Abby escuchó en silencio, asimilando cada palabra. Cuando Mila terminó, Abby suspiró y se pasó una mano por el cabello.

—Mila, esto es... mucho. Pero entiendo por qué lo hiciste. Siempre has querido ayudar a la gente, pero esto es diferente. Estás en peligro real —dijo Abby, con una mezcla de preocupación y determinación en su voz.

Mila bajó la mirada, sintiéndose culpable por haber involucrado a su amiga en todo esto. —Lo siento mucho, Abby. Nunca quise ponerte en peligro.

Abby se levantó, dejó su copa en la mesa y se acercó para abrazar a Mila. —Lo sé. Y lo resolveremos juntas, como siempre lo hemos hecho.

Al día siguiente, ambas retomaron sus rutinas diarias con un aire de normalidad. Abby se sumergió en su trabajo, creando nuevos vídeos para su página, mientras que Mila atendía a sus pacientes en su consultorio. Aunque seguían adelante con sus vidas, la sombra de los eventos recientes seguía acechando en el fondo de sus mentes.

Mila no había sabido nada de Bruno y Alex desde el día anterior. Aunque agradecía que estuvieran manejando la situación, le molestaba que no la mantuvieran informada. Sentía que también tenía derecho a saber lo que ocurría, ya que su vida estaba en peligro tanto como la de ellos.

Mientras reflexionaba sobre cómo su vida había cambiado en tan poco tiempo, Mila decidió que necesitaba un descanso. Al revisar su nevera, se dio cuenta de que le faltaban varias cosas y decidió ir rápidamente al supermercado antes de que cerrara.

El supermercado no estaba muy lejos, así que decidió ir caminando. Mientras caminaba, sentía una ligera sensación de ser observada, pero pensó que era el guardaespaldas asignado por Bruno y Alex, así que no se preocupó demasiado.

En el supermercado, Mila respondía mensajes en su celular. Los gemelos, Gregory y Frank, le habían escrito para ver cómo estaba y recordarle que contaba con ellos para cualquier cosa que necesitara. Les respondió con un agradecimiento y acordaron encontrarse para comer algún día.

Cuando estaba a punto de pagar, chocó accidentalmente con alguien y dejó caer su cartera. La persona con la que chocó no se molestó en disculparse.

—Ten más cuidado, chica —dijo el desconocido, alejándose rápidamente.

—¿Y qué pasó con la caballerosidad? —murmuró Mila, agachándose para recoger sus cosas. La cajera la ayudó amablemente.

—Gracias —dijo Mila, pagando sus compras.

Cuando estaba por irse con sus bolsas, sintió un toque en el hombro y se giró.

—Creo que esto le pertenece, señorita —dijo un hombre joven, sosteniendo su agenda de notas.

—Oh, sí, muchas gracias —respondió Mila, aliviada.

—No hay de qué —sonrió el joven—. Aún existen caballeros en el mundo.

Mila le devolvió la sonrisa, un poco apenada de que la hubieran escuchado. El joven se despidió y se alejó, dejando a Mila con una sensación de agradecimiento y un leve rubor en las mejillas.

De caminó a su casa, Mila no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Agradecía que, a pesar de todo, aún hubiera personas amables en el mundo. Pero sabía que su vida estaba lejos de ser normal y que tenía que estar alerta en todo momento.

Cuando llegó a su hogar , la soledad del lugar le recordó lo vulnerable que se sentía. Dejó las bolsas en la cocina y se dirigió a su habitación para cambiarse. Mientras se quitaba la ropa, notó un sobre en el suelo, cerca de la puerta. Lo recogió con curiosidad y, al abrirlo, su corazón se detuvo por un segundo. Dentro había una nota con una amenaza clara: "Sabemos quién eres y lo que hiciste. No te involucres más o lo que te pasó será un lindo recuerdo comparado con lo que tenemos planeado ."

Mila sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que esto iba más allá de lo que ella había anticipado. Debía hablar con Bruno y Alex de inmediato. Tomó su teléfono y les envió un mensaje urgente.

Esa noche, mientras esperaba la respuesta, Mila no pudo evitar sentirse atrapada en una pesadilla de la que no sabía cómo despertar. Pero una cosa estaba clara: no se rendiría. Haría todo lo posible por protegerse a sí misma y a Abby, y por descubrir quién la quería lastimar . Sabía que nunca había lidiado con algo así pero por primera vez no quería ser solo una victima de las situaciones, quería intervenir sobre ella u cambiar aunque eso la aterrorizara

MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora