La escencia de amar. XI

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Después de esa noche tan inolvidable para ambos, Miguel y Hiro se dispusieron a descansar, mañana sería un día increíble ya que ambos ahora saben que sienten una atracción mutua y gracias a los increíbles consejos de Marco podrían avanzar un poco más rápido de lo normal. Descansaron como nunca lo habían hecho, por la mañana Miguel se despertó casi que saltando de felicidad mientras cuidadosamente (por primera vez) despertaba a Marco.

-Buenos días primito, es hora de que te levantes si no quieres que mamá Elena se enoje~ -le susurre mientras daba un par de palmadas suaves a su espalda-

Marco no tardo mucho en despertar mientras clavaba su mirada en su primo, el cual tenía una sonrisa deslumbrante en el rostro, cosa que le alegraba tanto al mismo.

-¿Y esa sonrisota? Es de un campeón, así si me gusta verte cabronsito -dijo mientras se ponía de pie para así posteriormente estirarse-

-Ya sabes, ya avance con el chinito y ahora sabe que me gusta y al saber que también practicamente siente al menos una ligera atracción hacia mi me hace muy feliz -respondí con una enorme sonrisa en mi rostro mientras iba al baño para hacer mis necesidades-

Marco asintió con la cabeza antes de que Miguel se le perdiera de vista al entrar al baño. Ambos mexicanos se dispusieron a salir de la habitación mientras bromeaban levemente con los momentos vergonzosos que había pasado Miguel ayer por la noche.

-Cabron te juro que este video se lo voy a mostrar a tus hijos y les voy a decir que yo fui quien los juntó...cual mentira no es del todo -dijo después de mostrarle el video a Miguel para posteriormente guardar su teléfono en el bolsillo antes de que mamá Elena los regañara por estar con el mismo a esas horas de la mañana (ya saben, cosas de abuelitas)-

Al bajar no se esperaban encontrar con el azabache platicando con mamá Elena y la señora Rivera en tantas risas y alegría, cuando los tres notaron su presencia Miguel se quedó por un momento estático en su lugar, observando detenidamente la mirada que le lanzaban las dos mujeres, pero no le importó tanto eso...si no que Hiro lo miraba con un brillo incomparable que lo acompañaban su sonrisa tan dulce y radiante.

-Buenos días mijitos, ¿Que tal durmieron? -pregunto mamá Elena-

-Muy bien mamá Elena, ¿No es así Miguel? -respondió Marco, al notar como su acompañante no reaccionaba y tenía cara de un semejante idiota enamorado golpeó ligeramente su brazo de un codazo haciéndolo reaccionar-

-¿Que? ah si, es decir, dormimos bastante bien -respondí sin más para después aclarar mi garganta y preguntar- ¿Esta listo el desayuno?

-Si mijito, no te preocupes por eso, ya hicimos todo y Hirito nos ayudo a prepararlo, siéntense, ¡A desayunar! -alzo un poco la voz para llamar la atención de la demás familia, la cual no tardo en llegar y sentarse-

Miguel y Marco se dispusieron a sentarse, más sin embargo, antes de que se pudieran sentar juntos Hiro habló.

-Miguel, ven siéntate aquí -llamó para después palmear dos veces la silla que estaba a su lado-

Miguel miro a Hiro para después regresarle la mirada a Marco.

-¿Me vas a dejar por un chinito científico? -dijo Marco en un tono dramático-

-Ay Marco, déjalos estar juntos un ratito, no te quitará nada que se sienten a desayunar juntos -dijo el padre de Miguel mientras se sentaba-

-Gracias pa -agradecí para posteriormente ir a un lado de Hiro y sentarme mientras que no me disponía a verlo por tantas ganas que tuviera-

-Toda tu familia sabe -susurro el azabache mientras se acercaba un poco más para que lo pudiera escuchar-

-¿Saber que? -pregunte con un poco de confusión en el mismo tono que el contrario-

Mariposa de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora