Capitulo 30

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Llego el dia mas esperado por Ines y Leandro, él estaba en el altar con Diego, hablaban mientras esperaban que llegara la novia. Carmen esperaba con Elena y María Pía, pasaron unos minutos y las grandes puertas de la iglesia se abrieron, el padre Tomás se dio vuelta para mirar hacia Inés y a don Alejandro. El capitán Monasterio observaba a su hijo quien estaba con los ojos cristalizados y miraba enamorado a Inés, ella observaba como Diego le daba animos para que no se ponga nerviosa.

En eso, María Pía comenzó a hablar con Carmen, estaba conmovida por como habia crecido su sobrina, Carmen solo respondía con un "si" o una sonrisa, no hablaba mucho ya que no quitaba sus ojos de Diego, quien estaba vestido con su traje verde -el traje favorito de Carmen.

El Padre comenzó a hablar, las miradas entre Diego y Carmen no dejaban de ser tiernas y notorias. Luego llego el momento de los anillos, Leandro se acercó a Diego, este le recordó en un susurro que debía ir en la mano izquierda, Leandro lo miro asustado y reacciono con una leve sonrisa. Luego Inés puso el anillo en la mano de Leandro, el padre dio la bendición y se besaron.

Cuando terminó la ceremonia, todos los presentes fueron a la hacienda de los de la Vega, doña María y Dolores estaban ya acomodando todo con los demas criados, Carmen y Diego no se separaron por un minuto, no dejaban de hablar ni de reirse. Llego la hora de sentarse en la mesa, Inés y Leandro estaban sentados en la cabecera, no dejaban de ser observados por don Alejandro quien estaba muy conmovido con el momento. María Pía no dejaba de acercarse a ellos y ofrecerles bebida o comida, pero a ellos solo les importaba que sus invitados se sientan bien y cómodos.

Pasaron las horas y llego el momento del baile, por supuesto, la pareja inauguró la pista, donde luego de unos minutos comenzarian a entrar las demás parejas. Diego tomó la mano de Carmen diciéndole que iba a bailar por las buenas o por las malas, acá la luz una risa que enterneció a Diego, entraron a la pista y comenzaron bailar. La alegria que ella sentía por dentro era notoria por la sonrisa que llevaba en su rostro, luego Diego trato de sacarle charla.

-Amor... -dijo mirando a su amada. - ¿Vamos arriba?

Carmen observaba su rostro con aquellos ojos verdes con su cabello despeinado.

-Si vas te acompaño. -respondió con una sonrisa en su rostro.

Ambos salieron sin que los vean por el pasillo de la biblioteca, fueron por el pasadiso de la guarida hasta que llegaron a la puerta de la habitación de Diego. Él se acostó ya que corrían por el pasillo para no ser vistos por nadie. Carmen solo observaba el escritorio de Diego que estaba repleto de hojas, debían ser cartas o ensayos que no habia guardado, los leía en voz alta solo para burlarse de Diego y ver como reaccionaba.

- "Las lunas no dejan de cambiar su forma con tal de verte, me has alumbrado en plena noche y has hecho de mi... " - dejo la hoja para dirigir su mirada a Diego. - ¿Es enserio que escribiste sobre esto? -dijo Carmen soltando una carcajada.

-Había bebido de mas querida, son ensayos que encontré antes de irme a España.

-Es increíble que hayas ido a estudiar para mejorar esto. -replicó acercandose a la cama donde se hallaba Diego acostado. -Pero... ¿cómo habrías terminado tu ensayo?

-Pues... -Diego se sentó mirando a Carmen quien estaba parada delante de él. -Quizás mencionando a las estrellas o a las mujeres que tanto preguntan - agregó tomando a Carmen por la cintura para que se siente en sus piernas.

- ¿No sería grosero hablar directamente de las mujeres preguntonas? -preguntó enlazando sus manos sobre el cuello de su amado.

-Creo que no... -acercó su rostró con el de Carmen y la besó.

Siguieron besandose hasta que Diego recordó que debía hablar en la boda de su hermana, se levantó de la cama, se trato de peinar y vestir y bajó con Carmen hasta la sala de estar donde estaban todos los invitados.

Don Alejandro estaba buscando a su hijo desde hace rato y necesitaba que estuviese rápido en la ceremonia. Una vez que Diego bajó, su padre se acercó a él para preguntarle si tenía todo escrito y leído, él al responder que si, su padre comenzó a golpear la copa para que los invitados le oyeran.

-Queridos amigos, es de mi agrado decir que estamos felices con esta union. Pero sin dejar pasar un segundo más, dejaré a mi hijo Diego para que diga unas palabras. -don Alejandro dirigió la mirada hacia Diego metiendole presion.

-Bueno, muchas gracias padre. Como sabrán, mi querida hermana y yo somos muy cercanos, y esta union ha sido un poco emocionante para mi como testigo de esta hermosa pareja, Inés ha mostrado siempre su sensibilidad y cariño, Leandro -dirigió su mirada hacia el muchacho- te has ganado el cariño de toda esa familia desde que estas con Inés, por esto, -alzó su copa- les deseo lo mejor.

Todos brindaron, luego saludaron a los novios y Elena se fue con Carmen ya que se enteró de algo muy urgente, la tomó del brazo y se fueron al pasillo que las llevaba a la cocina.

- ¿Qué pasó Elena?

-No sabes lo que escuché, doña Isabel fue vista con Antonio la noche anterior.

-Oh... No me sorprende, es algo que venía sospechando desde hace mucho.

-Bueno, ha salido de su casa junto a él muchas veces, algo que Sebas me ha contado.

-Pobre don Luis, ¿Qué debe pensar de su mujer?

-Pues, dejame pensar... ¿Que es un benado recien nacido?

-Tiene sentido. -Comenzaron a reírse, luego fueron a la sala de estar para seguir con los invitados.

Carmen le contó a Diego lo que había oído, este dijo que no tenía dudas de tal infidelidad, y que hacía una mejor pareja con Antonio que con su marido.

Mientras tanto en la hacienda de los Verdugo, don Luis estaba descanzando luego de una larga semana como alcalde. Su esposa estaba escribiendo cartas a don Rodrigo para contarle como iba todo. En cuanto a él, solo ecribía cartas tratando de llamar la atención de Isabel, pero ella solo las ignoraba y escribía lo que debía, desde que su atracción y besuqueo del ultimo baile los llevo a que no se hablaran personalmente, él si sentía que estaba hecho para ella, lo cual era algo que para Isabel ya era normal, ella por su lado estaba mucho más interesada en Antonio, por más relacion amor-asco que tengan, no faltaban los momentos de máxima tension.

Desde que María Pía está en Los Ángeles, su relación con su hermano es muy pasiva, su instancia como estudiante de monja la ha distanciado mucho de su familia, dentro de unos meses trabajaría como hermana en la parroquia. Sin duda su relacion con sus sobrinos es amigable, su sobrino favorito no deja de sorprenderla y de alegrarla, siempre sintió que estaba en esa familia para lograr algo más.

El Zorro no terminó como debía haber terminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora