Capítulo 4: Segunda Cita

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Luego de un par de días de haber recibido el último regalo de Manuel, llegó una nota de voz a primera hora del día. Era Manuel contando que había soñado con Amber la noche anterior y que no podía esperar más por verla nuevamente. Prosiguió invitándola  a cenar en la noche, prometiéndole una velada inolvidable.  

Desde el momento en que escuchó la nota de voz de Manuel, Amber sintió un torrente de emociones. Esta sería su primera vez en público como mujer en un lugar como este y quería asegurarse de verse perfecta. Pasó la mañana y la tarde planeando cada detalle de su apariencia. Eligió cuidadosamente el vestido rojo que Manuel le había regalado, un símbolo de su conexión y sumisión y una peluca rubia que iba perfecto con este vestido.

Para completar su look, tomó prestados de su hermana un reloj dorado, un par de anillos, una pulsera fina y unos aretes perlados. Al mirarse en el espejo, vio a una mujer segura y radiante, lista para enfrentar el mundo.

El Trayecto en el Carro

Amber esperaba ansiosa dentro de casa, mirando por la ventana a cada momento, mientras se revisaba en un espejo de mano para asegurarse de que su maquillaje estuviera perfecto. Su corazón latía con fuerza al pensar en la cita que le esperaba. Ajustó su vestido una vez más y respiró hondo, tratando de calmar sus nervios.

De repente, vio un coche negro acercarse lentamente por la calle. Reconoció al instante la figura  de Manuel al volante. Sus manos temblaban ligeramente mientras cerraba el espejo y lo guardaba en su bolso. 

Manuel salió del coche y se apoyó contra la puerta, esperándola con paciencia. Con una última mirada rápida al espejo de la entrada, Amber salió de la casa en dirección al coche. Su corazón latía con fuerza, y cada paso la acercaba más a Manuel, quien no dejaba de mirarla con admiración.

Cuando finalmente llegó junto a él, Manuel se enderezó y le dio un beso tierno en la mejilla.

—Hola, hermosa —dijo Manuel, su voz suave y cálida. El contacto la hizo sentir especial y protegida, y no pudo evitar sonreír.

—Hola, Manuel —respondió Amber, su voz suave y llena de emoción.

Manuel le ofreció su brazo, y Amber lo tomó, sintiendo la fuerza y calidez que emanaba de él. La guió hasta la puerta del coche y la abrió con un gesto galante. Amber se deslizó en el asiento de cuero, su corazón aún latiendo rápidamente.

Una vez que Manuel estuvo al volante de nuevo, colocó su mano sobre las piernas descubiertas de Amber, brindándole una sensación de seguridad y pertenencia. La calidez de su mano la hizo relajarse y disfrutar del momento.

—¿Estás lista para nuestra cita? —preguntó Manuel, echando un vistazo a Amber con una sonrisa que la hizo sentir mariposas en el estómago.

—Sí, estoy lista —respondió Amber, sintiendo una ola de confianza mientras se sumergía en la mirada de Manuel.

El coche arrancó suavemente, y durante el trayecto, Manuel mantuvo su mano en la pierna de Amber, sus dedos trazando círculos suaves sobre su piel. 

—Sabes, Amber —dijo Manuel mientras conducían—, hay algo increíblemente excitante en la adrenalina de salir en público con una travesti.

Amber lo miró, su corazón latiendo rápido, y Manuel continuó.

—Quiero ser completamente honesto contigo. Estoy casado.

Amber sintió un nudo en el estómago, pero no dijo nada. Esperó a que Manuel continuara.

—Nos casamos jóvenes, y con el tiempo, nos dimos cuenta de que nuestras vidas se iban por caminos distintos. No es ideal, pero no quiero que pienses que te estoy ocultando algo.

La Sumisión de AmberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora