Capítulo 4. Agradecimiento

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El Gran Premio de Hungría había sido una carrera llena de sorpresas. Contra todas las expectativas, Sergio Pérez se llevó la victoria, seguido de Max Verstappen y Charles Leclerc. La multitud rugía de emoción mientras Checo subía al primer escalón del podio, la sonrisa iluminando su rostro.

Cuando bajó del podio, Sainz y Fernando Alonso lo esperaban, listos para celebrar su triunfo. Sainz lo abrazó con fuerza, felicitándolo efusivamente.

─¡Felicidades, Checo! ─exclamó Sainz, su voz llena de orgullo y alegría.

Pero fue el beso en la mejilla que Fernando le dio a Checo lo que capturó la atención de Max. Sintió una punzada de celos atravesar su pecho. Todo en él quería correr hacia Christian y decirle que olvidara lo que había pedido, que Checo no merecía su lugar en Red Bull y todo lo bueno que le estaba pasando. Sin embargo, no lo hizo. En lugar de eso, se dio la vuelta y se dirigió a su hotel.

No era raro que Max se saltara las celebraciones, pero sí era extraño que ni siquiera se despidiera de Leclerc, con quien usualmente compartía una relación cordial. Al llegar al hotel, sintió que su mundo se desmoronaba un poco más. Apenas había cerrado la puerta de su habitación cuando su teléfono comenzó a vibrar. Al mirar la pantalla, vio el nombre de su padre y, con un suspiro resignado, contestó la llamada.

─¿Qué demonios pasó hoy, Max? ─la voz de Jos Verstappen resonó con una furia contenida─. ¿Cómo pudiste dejar que Pérez te ganara? ¿Otra vez te estás dejando ganar? Eres un maldito inútil.

Las palabras de su padre fueron como un puñal en su corazón. Jos nunca había sido un padre comprensivo ni mucho menos cariñoso. Cada error, cada segundo lugar, era una ofensa personal para él, y nunca dejaba de recordárselo.

─Lo siento, papá ─respondió Max, tratando de mantener la voz firme, aunque la impotencia y la rabia lo consumían por dentro.

─Lo sientes no es suficiente, Max. Estoy harto de tus excusas. ¿Qué demonios pasa contigo? ─continuó su padre, su voz subiendo de tono con cada palabra─. Si no puedes ganar, no mereces estar en esa pista.

Max cerró los ojos, apretando el teléfono con fuerza. Sabía que tenía la fuerza para enfrentarse a su padre, sabía que podría decirle las palabras que lo callarían, pero algo dentro de él lo detenía cada vez. El miedo y la sumisión que Jos había inculcado en él desde niño eran difíciles de romper.

─Voy a mejorar ─prometió, aunque sabía que esas palabras no significarían nada para su padre.

─Más te vale, o te sacaré de ahí yo mismo ─gruñó Jos antes de colgar, dejándolo en un silencio ensordecedor.

Max se dejó caer en la cama, la frustración y el dolor apoderándose de él. Parecía que ese día todos estaban poniendo su paciencia a prueba. El triunfo de Checo, la cercanía de Sainz y Alonso con él, y ahora las palabras hirientes de su padre. Sentía que estaba perdiendo el control de todo lo que había construido.

Mientras yacía en la cama, una idea comenzó a formarse en su mente. No podía seguir así, no podía dejar que su padre y sus celos dictaran su vida. Pero por ahora, solo podía dejarse llevar por el agotamiento y esperar que el nuevo día le trajera alguna claridad.

Al estar al borde de quedarse dormido con sus pensamientos dispersos por los eventos del día. Max estaba a punto de cerrar los ojos cuando escuchó unos golpes insistentes en la puerta. Con un suspiro, se levantó y abrió la puerta, encontrándose con una sonrisa radiante de Checo.

Antes de que pudiera decir algo, los brazos de Checo se abalanzaron sobre él, envolviéndolo en un gran abrazo.

─Gracias ─dijo Checo en un susurro en su oído─. Chris me ha dicho que me puedo quedar.

play with fire  || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora