Al despertar lentamente, Max sintió el cálido resplandor del sol filtrarse a través de las ventanas del departamento en Mónaco. Se giró y ahí estaba, la cara de Checo Pérez, pacíficamente dormida a su lado.
Checo tenía un rostro que irradiaba serenidad y fuerza, incluso en reposo. Su piel era de un tono moreno claro, con un matiz cálido que reflejaba su herencia mexicana. Las cejas, oscuras y bien definidas, enmarcaban sus ojos cerrados, siempre llenos de una mezcla de pasión y determinación cuando estaban abiertos. Sus pestañas eran sorprendentemente largas y curvadas, dando una suavidad inesperada a su expresión.
La nariz de Checo era recta, con un ligero ensanchamiento en los extremos, y sus labios eran carnosos y perfectamente delineados, siempre mostrando una leve curva que sugería una sonrisa, incluso en sus momentos más tranquilos. Max se encontró observando esos labios, recordando los innumerables besos compartidos, cada uno un testimonio de su vínculo.
Los pómulos de Checo eran altos y marcados, añadiendo una estructura definida a su rostro, y su barbilla cuadrada le daba un aire de firmeza y resolución. Había algo en su rostro que siempre emanaba confianza, una cualidad que Max admiraba profundamente.
Su cabello, oscuro y un poco desordenado por el sueño, caía suavemente sobre su frente, y Max no pudo evitar levantar una mano para apartarlo con cariño. Checo se movió ligeramente, murmurando algo inaudible, pero no despertó.
Max se quedó allí, observando, apreciando cada detalle. Las pequeñas arrugas en las comisuras de sus ojos y alrededor de su boca contaban historias de risas y experiencias compartidas. Incluso las marcas más tenues y cicatrices eran recordatorios de su vida en las pistas, de las batallas libradas y de las victorias ganadas.
La luz del sol iluminaba el rostro de Checo, acentuando su belleza natural y haciendo que Max se sintiera increíblemente afortunado. En esos momentos de quietud, todo parecía más claro, más sencillo. Era solo él y Checo, sin el ruido del mundo exterior, sin la presión constante de las carreras.
Max se inclinó hacia adelante y besó suavemente la frente de Checo, sintiendo la calidez de su piel bajo sus labios. Checo se removió nuevamente, abriendo lentamente los ojos. Al ver a Max tan cerca, una sonrisa somnolienta se dibujó en su rostro.
─Buenos días ─susurró Checo, su voz ronca por el sueño.
─Buenos días, amor ─respondió Max, con una sonrisa.
El castaño lo miró con ternura, extendiendo una mano para acariciar la mejilla del ojiazul. En esos momentos, todo parecía perfecto. Max sabía que, sin importar lo que el día trajera, mientras tuviera a Checo a su lado, podría enfrentar cualquier cosa.
El pecoso no había podido evitar enamorarse de Max. Aunque su relación no había empezado bien y el menor no era perfecto, Checo había llegado a entender que el neerlandés era su salvavidas, la única persona que realmente necesitaba para estar bien.
─¿Irás a ver a tu padre hoy? ─preguntó Checo, estirándose con pereza mientras los rayos del sol iluminaban la habitación.
El menor se quedó mirando a Checo, su mente debatiéndose entre el deber filial y el deseo de quedarse en la cama con su amante.
─Tal vez. ¿Tienes planes? ─respondió, sus ojos brillando con curiosidad.
El mexicano sonrió, una sonrisa traviesa que Max siempre encontraba irresistible. Con un movimiento ágil, Checo se subió a horcajadas sobre el rubio, su cuerpo cálido y firme contra el de él.
─Podría ser ─dijo Checo, riendo suavemente mientras empezaba a moverse, provocando a Max con su cercanía y el calor de su cuerpo.
Max soltó una risa entre dientes, su resistencia cediendo ante el deseo que sentía por el castaño.
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play with fire || Chestappen
Fanfiction"Haré todo lo que esté a mi disposición para hacerte mío. No me importa si no quieres"