La última vuelta del circuito de Abu Dhabi estaba en su clímax. Los motores rugían y la tensión era palpable en el aire. Max Verstappen estaba en una lucha feroz por el título mundial, con Lewis Hamilton pisándole los talones. El mundo observaba con expectación, cada curva, cada adelantamiento, cada decisión crucial que podría determinar el campeón de la temporada.
De repente, un estruendo sacudió el circuito. Carlos Sainz, en un intento desesperado de adelantar, perdió el control y colisionó con Max. El impacto fue brutal, enviando el auto de Verstappen directo contra el muro de contención. El vehículo se deformó al instante y se deslizó varios metros antes de detenerse. En cuestión de segundos, el coche comenzó a incendiarse.
Los espectadores contuvieron el aliento mientras los equipos de rescate se apresuraban al lugar del accidente. Max, aturdido pero consciente, luchaba por desabrocharse el cinturón de seguridad. El calor y el humo eran sofocantes, pero con un esfuerzo sobrehumano, logró liberarse y salir del vehículo en llamas justo a tiempo. Los comisarios de pista lo ayudaron a alejarse del auto, mientras el fuego se extendía rápidamente, consumiendo el monoplaza.
En medio de este caos, la carrera continuaba. Checo Pérez, viendo el incidente desde su posición, sintió un nudo en el estómago. Max estaba fuera de la carrera y la ventaja ahora estaba en manos de Hamilton. Si Lewis ganaba, Max perdería el campeonato. La decisión fue instantánea y visceral. Checo aceleró, no con la intención de ganar, sino con un propósito mucho más claro: bloquear a Hamilton.
La maniobra sorprendió a todos. Checo defendió su posición con una ferocidad impresionante, cerrando cada intento de adelantamiento de Hamilton. Los dos pilotos se batieron en una lucha encarnizada, curva tras curva, recta tras recta. Checo utilizó cada truco en el libro, frenando tarde, tomando líneas defensivas, y utilizando su auto como un escudo para evitar que Hamilton avanzara.
Mientras tanto, la voz de su ingeniero resonaba en sus auriculares, regañándolo, recordándole que tenía la oportunidad de ganar la carrera. Pero Checo sabía lo que estaba en juego. Si él ganaba, Hamilton terminaría segundo o tercero, obteniendo los puntos necesarios para superar a Max en el campeonato. No podía permitir que eso sucediera.
En la recta final, Checo mantuvo a Hamilton detrás de él con una defensa magistral. Al cruzar la línea de meta, Checo terminó en tercer lugar, con Hamilton relegado al cuarto puesto. La estrategia funcionó. Max, aunque fuera de la carrera, mantenía su liderazgo en el campeonato gracias al sacrificio de su compañero.
Cuando Checo detuvo su auto en el parque cerrado, el equipo de Red Bull lo recibió con una mezcla de emociones. Algunos lo felicitaban por su desempeño, mientras que otros lo reprendían por no haber aprovechado la oportunidad de ganar la carrera. Checo se quitó el casco, su rostro una mezcla de determinación y cansancio. Sabía que había hecho lo correcto.
Caminó hacia el garaje, ignorando las miradas y comentarios a su alrededor. Encontró a Max, cubierto de hollín y con algunas heridas leves, pero vivo. Sin decir una palabra, Checo se acercó y lo abrazó, sintiendo el peso de la decisión que había tomado. Max lo miró con gratitud en sus ojos, consciente del sacrificio que su novio había hecho por él.
─Gracias ─susurró Max, apenas audible.
Checo asintió, sin necesidad de palabras adicionales. Había sido un día duro, pero en ese momento, supo que había hecho lo correcto. Había protegido a su compañero, a su amigo, a su novio, y aunque sabía que las consecuencias podrían ser difíciles de manejar, no se arrepentía de su elección.
Mientras el equipo comenzaba a preparar las celebraciones, Checo se permitió un momento para respirar. La carrera había terminado, pero la lucha por el campeonato, y todo lo que implicaba, aún continuaba.
Cuando la celebración oficial terminó, Checo y Max se alejaron juntos, sonrientes y aliviados de que el día hubiera concluido favorablemente. Se dirigían a un lugar más íntimo para festejar a su manera, cuando Carlos Sainz se acercó a ellos, su expresión mezclada entre disculpa y nerviosismo.
─Perdón, estaba nervioso. Era mi última carrera, así que quería hacerlo lo mejor posible ─dijo Sainz, haciendo una mueca de disculpa.
─No hay problema ─respondió Max, sosteniendo a Checo de la mano─. Un accidente cualquiera lo tiene.
─Por cierto, ¿quieren venir a celebrar? ─propuso Sainz, intentando recuperar algo de camaradería.
─No, a Max casi no le gustan las fiestas grandes. Preferimos celebrar nosotros por nuestra parte ─respondió Checo, con una exactitud que hizo fruncir el ceño a Sainz. La situación parecía rara, como si su amigo estuviera siguiendo un guion impuesto.
El español, no podía dejar de notar la extraña falta de energía y espontaneidad en Checo. Era como si estuviera repitiendo lo que Max le hubiera dicho que dijera, casi como un autómata.
─Oh... está bien ─dijo Sainz, mirando a su amigo antes de marcharse, sintiendo que algo andaba mal.
Max y Checo continuaron hacia su destino, pero la atmósfera cambió bruscamente cuando Max vio a su padre parado en la puerta de su habitación. A pesar de la distancia, el malestar fue palpable.
─Felicidades ─dijo su padre con una diminuta sonrisa─. También a ti, Sergio. Lo que hiciste hoy es de admirar. No cualquiera lo haría ─añadió, con un tono que parecía más una burla velada que un cumplido sincero.
─Gracias ─respondió Checo, su mano apretando la de Max, ignorando el tono que había usado el mayor .
─De hecho, venía a invitarlos a cenar para festejar ─dijo el padre de Max, dejando a su hijo atónito. Era una invitación inesperada, casi surrealista. Después del halago hacia Checo no pensó que lo pudiera sorprender más.
─Gracias, solo iremos a bañarnos y vamos ─Checo tomó la iniciativa, guiando a Max hasta su habitación.
Dentro, Max comenzó a desvestirse, su mente aún en shock por el encuentro con su padre.
─¿Te bañarás conmigo? ─preguntó Max, observando a su novio desvestirse frente a él.
─Por supuesto ─respondió Checo, acercándose para besarlo.
Ambos se dirigieron al baño, dejando que el agua caliente les relajara los músculos tensos por el día. Max sentía que finalmente todo iba bien. La presión del agua, la calidez de Checo a su lado, y la sensación de estar juntos sin las preocupaciones externas.
Pero mientras se bañaban, Max no podía evitar sentir una sombra de duda. La repentina amabilidad de su padre y la extraña sumisión de Checo pesaban en su mente. ¿Estaba realmente todo bien, o era solo una ilusión momentánea?
Cuando salieron de la ducha, se vistieron con ropa cómoda y se prepararon para la cena. Checo tomó la mano de Max una vez más, dándole una sonrisa tranquilizadora.
─Vamos, amor. Será una buena noche ─dijo Checo, aunque en el fondo, ambos sabían que la noche podría traer más sorpresas.
Se dirigieron a la cena, listos para enfrentar lo que viniera. Max intentaba convencerse de que finalmente podría tener un momento de paz y felicidad, mientras que Checo, aún con la sombra del pasado reciente, se preparaba para cualquier eventualidad.
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play with fire || Chestappen
Fanfiction"Haré todo lo que esté a mi disposición para hacerte mío. No me importa si no quieres"