Castigo

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Era una fría noche de Noviembre de 1957, la gélida lluvia apresuraba a los transeúntes del Soho a correr y buscar refugio. Aziraphale observaba el espectáculo y se divertía mucho, miraba con fascinación el reflejo de las luces de los autos en el pavimento mojado y como las gotas de lluvia rebotaban en una danza acrobática formando coronas de agua por aquí y por allá. De pronto, entre las decenas de pares de piernas apuradas, vio una sombra corretear zigzagueando y seguir su camino veloz subiendo por un árbol.

El ángel se acercó más a la ventana, tratando de distinguir qué era esa sombra que llamó su atención, pero el vidrio mojado y el brillo exterior no se lo permitieron. Tomó su impermeable y salió, cruzó la calle hasta el árbol en cuestión y alzó la mirada. Un gato calicó con el pelaje mojado pegado a su escuálido cuerpo, estaba sobre una rama, temblando de susto y de frío, maullaba pidiendo ayuda.

—Tranquilo pequeño, yo te voy a ayudar.

Hizo un ademán con su mano para dar inicio a un milagro, pero se arrepintió en el acto. Usar un milagro para algo tan insignificante, podría traerle problemas con el Cielo.

Examinó el árbol, arriba entre las ramas más altas, atravesando el follaje, se veían los cables de alta tensión que iluminaban la calle del Soho. Miró a todos lados, porque lo que tenía pensado hacer, le daba miedo y nervios y no lo neguemos, un poquito de vergüenza.

Comenzó a escalar el árbol, sin que nadie se diera cuenta, excepto un par de personas que se detuvieron a mirar, se percataron del gato en peligro, y le levantaron sus pulgares en aprobación a ese curioso héroe que iba en su rescate, y siguieron su camino. Aziraphale continúo escalando, apoyando su elegante calzado en estilo Oxford, en los nudos de la corteza "Ven aquí pequeño mínimo" El felino maulló asustado y arrancó más arriba, a donde estaban las ramas más altas.

¿Por qué me meto en estas cosas?

Cuando te haces este tipo de preguntas retóricas a ti mismo, es porque sabes que las cosas no están bien.

El gatito no tenía a donde más huir, quedó atrapado, se sentó en una rama, maullando lastimeramente. El ángel iba analizando los posibles puntos de apoyo antes de dar su siguiente paso "Tres puntos de apoyo siempre, antes de mover el cuarto" había leído en un libro de montañismo.

Cuando estaba prácticamente al lado del pequeño animal, estiró su mano hacía él "No sigas huyendo, por favor, te quiero ayudar".

Un relámpago iluminó el Soho por completo.

Como no podía alcanzar al gatito, estiró aún más su cuerpo, apoyado en las puntas de sus zapatos finos y afirmado apenas con una mano. De repente, un trueno y el chirrido de unos neumáticos sobre el pavimento, asustaron al felino que saltó. Aziraphale intentó atraparlo, resbalando en el proceso, se agarró de un cable de alta tensión para no caerse y... todo se hizo con una luz intensa.

Esa fuerte luz, pronto se fue convirtiendo en el brillo alba del salón de entraba en el Cielo, que se fue disipando de a poco y sus ojos pudieron enfocar otra vez. Se palpó el pecho, la cara, la cabeza, estaba todo en su sitio.

"Aquí vamos otra vez" pensó.

La rutina ya se la sabía de memoria, tenía que ir a la oficina de "Registro de Misiones y Buenas Acciones" donde debía informar, obviamente, su última buena acción, y si ésta era la causa de su descorporización, se ahorraba hartas explicaciones. Luego tenía que ir a la "Oficina de Corporaciones Físicas" para que le dieran un cuerpo humano nuevo, allí solicitaría el de siempre, así se evitaría gran parte del papeleo; le entregarían una solicitud que primero debía llevar a la oficina de Gabriel, escucharía el sermón que seguro éste le iba a dar, hasta por fin obtener la firma y timbre y ya con eso, volver a la "Oficina de Corporaciones Físicas" y tener su cuerpo de vuelta.

Pet meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora