Adiestramiento

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—¡Atención! ¡A derecha, en línea! ¡Ya!

Los ángeles, como un sólo bloque y sin romper las filas, giraban a su derecha.

—Al trote ¡Avancen!

Manteniendo la distancia entre ellos y el ritmo regular del trote, se dirigieron al salón principal.

—¡La Gran Guerra, ha terminado...!

Vítores y aplausos invadieron el enorme salón.

—¡Silencio!

La estruendosa voz de Metatrón, la voz de Dios, dejó sin aliento a todos y cada uno de los presentes.

—Hablo en nombre de Ella...cuando digo que es importante para su Altísima, que ustedes se sientan amados...¿Alguien duda que Ella les ame?

Los ángeles, arcángeles, dominaciones, patronos, todos; se miraban unos con otros sin entender.

—Nos sentimos muy amados, Señor.
—Nos alegra escuchar eso, Gabriel.
—¿Alguien duda de las decisiones de Su Todopoderosidad?
—No, Gran Metatrón— se apresuró a decir Miguel— su plan es inefable.

Aziraphale, mientras tanto, buscaba con la mirada, al ángel pelirrojo que había conocido hacía poco, no volvió a verlo después que le ayudó a crear la estrellas.

—Pues al parecer, no todos estaban de acuerdo, dudaron de su amor y se revelaron con las consecuencias que ya conocemos— anunció Metatrón, remarcando el pesar en la voz, un pesar tal vez fingido— verlos combatir contra el que alguna vez fue su compañero, fue...terrible.

Esa cabecita adornada con rizos rojos no debería ser difícil de encontrar...pero no estaba, no estaba en ninguna parte. Tampoco pudo verlo durante la batalla.

—Luzbel, ahora Lucifer, el favorito de Su Altísima, le desafió...Ustedes no se imaginan el horrible dolor que significó desterrar a alguien a quien se amaba tanto, por una traición— Metatrón endulzó un poco su voz, una técnica muy bien dominada— Él y todos los traidores, ahora arden en el Infierno.

Un zumbido de murmullos sorprendidos y temerosos, comenzó.

—Aquí donde sólo reina la benevolencia, la generosidad y la justicia— continuó— y no podemos tolerar que se rompa el equilibrio de pureza que existe aquí en el Cielo, es por eso que Lucifer y todo su ejército de demonios ¡Ángeles caídos, seres inmundos de alma!— exclamó con vehemencia— tienen prohibido el reingreso al Paraíso.

"¿Dónde estás?" Aziraphale seguía buscando aquel ángel de hermosa sonrisa y ojos llenos de luz que lo había cautivado "Por favor, por favor, aparece".

Ella les ama, yo les amo, todo lo hacemos por ustedes, compréndanlo...Gracias por haber venido, se pueden retirar.
—¡Rompan fila! ¡Ya!

Cada uno volvió a su puesto a hacer sus labores como si nada hubiese pasado, excepto Aziraphale, quien no había perdido la esperanza de encontrar a aquel ángel.

—Aziraphael.
—Dígame Gran Metatrón.

Automáticamente el ángel dejó lo que estaba haciendo y acudió al llamado.

—Te noté distraído durante el discurso...¿Buscas algo?
—No, no...yo-
—¿Te falta algo?

Aziraphale titubeó.

—Recuerda que Ella todo lo sabe, todo lo ve, Ella está en todas partes, nada le puedes ocultar.

Aziraphale comenzó a sentir algo muy extraño dentro de su esencia, algo que jamás había percibido antes, algo que lo estrujaba por dentro y le hacía mal, un escalofrío indescriptible... Aziraphale sintió por primera vez...el miedo.

Pet meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora