Autoridad

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—¡Gra-gran Metatrón!- Miguel se atoró e hizo una torpe reverencia.
—Les hice una pregunta.

Ambos Arcángeles intercambiaron miradas, saben que no podrán salir de ésta muy fácil.

—Les recuerdo que Ella es omnisciente y omnipresente, todo lo sabe, todo lo ve.

Eso más que una advertencia, claramente, fue una amenaza.

—Fue un escarmiento justificado, no podíamos seguir tolerando la ineptitud del Principado Azir-
—Aziraphael es parte muy importante dentro del Gran Plan, Gabriel, tú mejor que nadie debes tener claro que no hay que entorpecer las decisiones y acciones de Su Altísima-interrumpió la Voz de Dios.
—¿Se refiere al... Plan Inefable?

Metatrón sólo quedó mirando a Miguel, mas ninguna respuesta salió de su boca.

—Sus esencias, sus propósitos, la más mínima partícula de éter de sus existencias; les pertenecen a Ella y sólo Ella tiene potestad sobre cada ser celestial aquí en el Cielo, no ustedes. No tú, Miguel, Comandante en Jefe de los ejércitos de Dios, ni siquiera tú, Gabriel, Supremo Arcángel, títulos que Ella les otorgó y que puede quitarles dejándolos en un rango mucho más bajo que Aziraphale en sólo un chasquido de dedos, si ustedes continúan con estos jueguitos absurdos.

Los Arcángeles se estremecieron.

—¿De quién fue la idea?
—De Sandalphon— respondieron ambos al unísono.

De un momento a otro olvidaron que había sido un trabajo en equipo, Miguel y Gabriel volvieron a compartir miradas cómplices.

Culparlo fue fácil, ya que había antecedentes. El rol de Sandalphon, era el de reunir las oraciones de los humanos y entregarlas a Dios, quien luego las respondía a través de Metatrón. Una vez, quiso responder él mismo las oraciones, haciéndose pasar por la Voz de Dios, pero se arrepintió cuando Gabriel lo descubrió. Como sólo quedó en una intención, no hubo castigo, pero ya tenía una anotación de demérito en su expediente.

—Gabriel, trae a Sandalphon de inmediato.

El Supremo Arcángel tomó el teléfono celestial que de pronto apareció y marcó.

—¡Hey! Aamm mira...estamos reunidos acá con el Gran Metatrón y Miguel y... necesitamos que vengas, quiero decir, Metatrón quiere que vengas.
—¡Ahora!
—Ya escuchaste, dice que de inmediato...bien...te esperamos.

Apenas Gabriel colgó el teléfono, el solicitado Arcángel apareció acompañado de un sonido peculiar, como si los cristales una lámpara de lágrimas chocarán entre si.

—Gran Metatrón, en qué le puedo servir.
—Que bueno que acudiste a mi llamado— se entrometió Gabriel— Metatrón, aquí está...el culpable.
—Sí, yo soy el cul- ¡Espera qué!
—Culpable de ser el Arcángel más ingenioso— pasó su brazo por detrás del cuello de Sandalphon y lo abrazó por el hombro, y con la otra mano le palmoteó el pecho— ¿No es así? Sandalphon tuvo la brillante idea de convertir a Aziraphael en su último error y que así tomara consciencia de que debía cuidar mejor su corporación.

Gabriel se estaba escudando en una "falla de contrato", porque efectivamente sí había sido idea de Sandalphon, pero como bien él mismo sabía, no habrían podido hacer nada si no fuera por sus influencias y jurisdicciones como Supremo Arcángel.

—Déjeme decirle, Gran Metatrón, que yo me vi muy arrepentida— Miguel tampoco mentía, claro que se arrepintió, pero no por haberle hecho daño a Aziraphale, sino por haber perdido su juguete.

Tenían suerte de que Metatrón estuviese en otro lado, algún rincón misterioso en el Cielo y que no lo tenían en frente, que era sólo una proyección en forma de una enorme y luminosa cabeza resplandeciente, porque si realmente estuviese ahí con ellos, presenciando el deplorable espectáculo que estaban ofreciendo, seguro recibían algo más que un simple reproche.

Pet meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora