Mascota

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Dedicado a: Elimiri74 VYFlowers
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—¡Ay no puedo, no puedo!— Gabriel se doblaba sobre si mismo en una estruendosa carcajada— De verdad Sandalphon, te luciste con esta idea.
—Por favor, Gabriel, yo sólo dije que no volvería a tener su forma humana, fuiste tú quién le puso la guinda con eso de que tomaría la forma de su último error— apretó el hombro de su superior con una sonrisa aduladora— El mérito es tuyo también, no lo habríamos conseguido si tú no hubieses hecho uso de tus influencias y tu autoridad.
—Igual...se echa de menos tener a alguien a quien molestar— Miguel, aún veía por medio del enorme globo terráqueo flotante a Aziraphale, riendo de forma más pudorosa que Gabriel, pero sólo por mantener su imagen circunspecta, pues no podía esconder que le causaban gracia las desgracias del desdichado ángel en la exhibición de gatos.
—¿Te estás arrepintiendo?
—Para nada, Sandalphon— recalcó— es sólo que me siento aburrida...Y bueno, amedrentar a ese ángel inútil, me hacía el día, no lo voy a negar.
—Sí, pero no era atormentarlo por diversión, eran escarmientos justificados, Aziraphale era bastante ineficiente y se lo merecía— reflexionó el Supremo Arcángel.

Diversión o adoctrinamiento, no importaba el argumento ni el motivo,
lo que estaban sintiendo en ese momento, era lo mismo que un niño que pierde su juguete, nada más que eso.

No extrañaban a un compañero, no saben lo que significa perder a alguien, porque los ángeles no tienen emociones, ni buenas ni malas, aunque hayan sido creados desde la bondad y el amor, eso no significa que ellos tengan esos sentimientos, no pueden, iría en contra de su naturaleza perfecta porque el sentir te lleva por caminos tentadores. Para ellos, Aziraphale, no era más que alguien con quién compararse y sentirse superiores, alguien para adularse a si mismos y a su propio ego, vanagloriarse en su supremacía, una simple mascota...Una que podía ser reemplazada y cuya ausencia en el Cielo, nadie extrañaría. Al menos eso era lo que estos tres Arcángeles, creían...

                        ~°~°~°~°~°~

Crowley llegó a su departamento con Aziraphale envuelto en su chaqueta y lo liberó en la sala de entrada. El gato caminó un poco observando todo con cautela, pudo sentir el campo de aura protectora que Crowley siempre mantenía en su departamento y eso lo calmó, sabía que gracias a ese milagro demoníaco, nadie del Cielo ni del Infierno, podía verlos, menos saber qué ocurría dentro de esas cuatro paredes; lo que menos quería era meter a su amigo en un lío, antes había actuado movido por la desesperación, ahora debía tener más cuidado.

El demonio lo observó caminar "Debe estar reconociendo el lugar" así que lo dejó tranquilo para que se acostumbrara, supuso que estaba igual de estresado que él con la situación, de hecho el demonio todavía se sentía extraño con todo lo del revoltijo en el éter y el ataque..."autoadopción" del gato, así que no lo pensó mucho y se dirigió a su cuarto, se tiró en la cama -lo necesitaba- y no tardó mucho en caer por el sueño.

Pasó el tiempo, minutos, horas, daba igual, había dormido profundamente y eso era lo importante. Se desperezó retorciéndose como serpiente al sentir los primeros rayos del Sol matutino entrar por la ventana y se quedó pegado mirando el techo un rato, recordando un extraño sueño en el que adoptaba un gato blanco y se lo traía a su apartamento. De pronto, esa visión medio borrosa del techo, era atravesada lentamente por una pequeña cabecita peluda con brillantes ojos azules y largos bigotes, Crowley lo quedó mirando unos segundos "Vaya...el mismo gato de mi sueño".

—Tú... tú...— se sentó de golpe soltando un jadeo entre el pánico y el estrés. Recordó todo, era real.

Aziraphale había estado sentado al lado de Crowley, mientras éste dormía, observándolo todo el tiempo, cosa que el ángel disfrutaba mucho, ya que él no podía dormir, ni siquiera en su forma humana o angelical, aún no sabía si como gato podría hacerlo, aún no lo intentaba, y ver a su amigo hacerlo siempre le pareció fascinante.

Pet meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora