Capítulo 12: Un macabro hallazgo

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ELEANOR

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ELEANOR

Las palabras del mensaje anónimo resonaban en nuestros oídos mientras nos dirigíamos a la antigua capilla del internado. La oscuridad de la noche envolvía el edificio, creando una atmósfera lúgubre y escalofriante.

—No puedo creer que estemos aquí. Esto es una locura —murmuré.

—Tenemos que encontrar la pista. Es la única forma de saber quién es el asesino —dijo Lizzy con esperanza.

—Hay que tener cuidado. No sabemos qué nos espera dentro —nos advirtió Bastien.

Empujamos las puertas de la capilla, que crujieron con un sonido espeluznante. El interior estaba envuelto en la penumbra, solo iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de los vitrales. Un silencio sepulcral reinaba en el lugar, solo roto por el eco de nuestros propios pasos.

—Esto parece sacado de una película de terror —susurró Esteban.

De repente, un ruido resonó en la oscuridad.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

Avanzamos con cautela hacia el origen del sonido. Una luz tenue iluminó un bulto en el suelo. Una sensación horrible me recorrió la espalda al intuir lo que podría ser.

—No... no puede ser —dijo Bastien con la voz cargada de miedo.

Lentamente, nos acercamos al bulto. A medida que la luz lo iluminaba, nuestro peor presentimiento se confirmaba. Se trataba de un cuerpo sin vida. Era Logan, uno de nuestros compañeros del internado.

—¡Oh, Dios mío! —Lizzy comenzó a llorar al reconocer a su amigo.

Un sentimiento de náusea me invadió. La muerte de Logan era un golpe terrible, pero lo que más nos aterrorizaba era la siguiente frase escrita en una tarjeta junto al cuerpo:

"Si la policía encuentra este cuerpo, todos ustedes serán los siguientes. La policía está en camino."

El miedo se apoderó de nosotros. La amenaza era clara: si la policía descubría el cuerpo de Logan, nosotros seríamos los siguientes en terminar como él, o nos culparían de asesinato.

—Tenemos que deshacernos del cuerpo. No podemos dejar que la policía lo encuentre —dijo Esteban, desesperado y sin saber qué hacer.

—¡No podemos hacer eso! Es un crimen —exclamé con horror reflejado en mi voz.

—No tenemos otra opción. Si nos atrapan, todo estará perdido —expresó Bastien, con la mirada perdida en algún lugar.

Un acalorado debate se desató entre nosotros. La tensión era palpable. Sabíamos que la decisión que tomáramos en ese momento sería crucial para nuestro futuro.

A la distancia, se escuchó la sirena de la policía acercándose.

—¡No tenemos mucho tiempo! ¡Tenemos que moverlo ya! —habló Bastien, nervioso.

—Yo... yo no puedo hacerlo. No puedo vivir con la culpa de encubrir un asesinato —dijo Lizzy entre sollozos.

—No es encubrirlo, Lizzy. Es protegernos. Si nos descubren, seremos los siguientes —respondió Bastien, mirándola seriamente.

—Bastien tiene razón. No tenemos otra opción.

A pesar de mis dudas y mi repugnancia, la lógica de mis compañeros me convenció. No podíamos permitir que nos inculparan por un crimen que no habíamos cometido.

—Está bien. Lo haremos —dije, apenas audible.

Con manos temblorosas y el corazón palpitando con fuerza, levantamos el cuerpo de Logan y lo llevamos a la cripta que está debajo de la capilla. Era un lugar oscuro y olvidado, donde nadie lo encontraría fácilmente.

—Descansa en paz, Logan. Nos encargaremos de encontrar al verdadero culpable —pronunció Bastien con voz grave y determinada.

De repente, un ruido sordo resonó en la cripta. Un temblor recorrió mi cuerpo. Una sección de la pared se desmoronó, revelando un pasadizo oculto. La luz de la luna se filtraba por una pequeña abertura, iluminando un camino desconocido.

—¿Qué es esto? —preguntó Esteban, sorprendido.

—¿Tal vez sea una salida? Una forma de escapar de aquí —respondió Lizzy.

Sin dudarlo, nos adentramos en el pasadizo. La oscuridad nos envolvía, solo iluminado por la luz de nuestros celulares. No sabíamos a dónde nos conduciría, pero tampoco teníamos tiempo para buscar otra salida ya que teníamos a los policías dentro de la capilla.

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