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“La doncella de un cuento maldito”.

“La que proteger era un deber”.

“Ha perdido su inocencia y esperanza”.

“Intentando volver a su sonrisa de ensueño”.

Los domingos generaban emociones complicadas, en Hanamaru no era la excepción

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Los domingos generaban emociones complicadas, en Hanamaru no era la excepción.

Estaba ansiosa, pero feliz, de la misma manera en que estaba frustrada y triste.

Los domingos eran días de descanso, lo que implicaba que su esposa estaría en casa, cosa que detestaba, pero al mismo tiempo era mejor que un sábado, pues al día siguiente su esposa ya no estaría y ella podría salir de su prisión.

Mientras su esposa se la pasó viendo la televisión y tomando cerveza todo el día, Hanamaru estuvo sentada en el suelo al lado de la grabadora con el volumen casi al mínimo.

Escuchar la canción principal del álbum que le habían regalado le traía recuerdos frescos.

Recordaba como Yohane le habló de su mujer especial, volviendo los celos y la envidia al ver a su esposa en el sofá, haciendo el mayor esfuerzo posible para no notar su presencia, aunque para este punto Hanamaru sabía que ella ya lo hacía sin esforzarse.

Recordaba verla sonreírle de una forma tan resplandeciente que la hizo sonreír también.

Pero, la imagen de la cantante quedando horrorizada al verla apareció en su mente, sintió un extraño malestar expandirse desde su pecho al resto de su cuerpo.

¿Por qué le dolió tanto verla cambiar de gesto?, estaba acostumbrada a que la gente le diera miradas de todo tipo: lastima, tristeza, incomodidad, comprensión, entre muchas otras. Ninguna otra mirada había generado este impacto en ella, quizás porque nunca había visto como la alegría se desvanecía de unos ojos que no fueran los suyos.

 Ninguna otra mirada había generado este impacto en ella, quizás porque nunca había visto como la alegría se desvanecía de unos ojos que no fueran los suyos

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Cualquier lunes alegraría a Hanamaru como siempre lo hacía desde que contrajo matrimonio, pero hoy extrañamente se encontraba nerviosa.

Recordó haberle dicho a la cantante que podía acompañarla la próxima vez, no le molestaba su compañía en absoluto, pero genuinamente esperaba que la peliazul no la saludara desde la ventana de su auto cuando saliera del edificio.

Songs for My MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora