𝖀 | ❝ But it's so hard. When it feels like my fault When I keep 'em so far. Happens when I go dark
I'm so unsteady ❞
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Annabella Riddle, una formidable aurora temida por su apellido...
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Capítulo 28.
"BRIDGE BATTLE"
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Era viernes por la tarde. El sol comenzaba a descender, pintando el cielo de Londres con tonos cálidos que se filtraban por las ventanas del apartamento de Harry. Annabella había estado allí los últimos cuatro días, encontrando consuelo en la familiaridad y el calor de su presencia.
Harry estaba sentado en el sofá de la sala de estar, su mirada fija en la televisión, aunque sus pensamientos parecían estar en otra parte. El sonido de una puerta abriéndose llamó su atención. Annabella salió del baño, su cabello húmedo cayendo sobre sus hombros.
— Ven aquí — llamó Harry suavemente, extendiendo su mano hacia ella.
Annabella se acercó, permitiendo que Harry la jalara suavemente hasta sentarla en su regazo. Ella se acomodó, apoyando su cabeza en el hombro de él, inhalando su aroma familiar.
— ¿Cómo estás? — preguntó Harry, su voz apenas un murmullo mientras acariciaba su espalda.
— Igual — respondió Annabella con un suspiro, su voz cargada de cansancio y preocupación.
Hubo un momento de silencio, solo interrumpido por el suave murmullo de la televisión. Finalmente, Harry habló, su voz teñida de pesar:
— Mañana la van a arrestar.
Annabella cerró los ojos con fuerza, como si pudiera bloquear la realidad de esas palabras. Harry sintió cómo se tensaba en sus brazos y, sin decir nada más, inclinó su rostro hacia ella y la besó tiernamente.
El beso comenzó suave, casi titubeante, pero pronto se profundizó. Harry la besaba como si quisiera hacerla olvidar de todo, del mundo exterior, de los problemas que los acechaban. Sus manos se enredaron en el cabello húmedo de Annabella, atrayéndola más cerca.
Annabella respondió al beso con igual fervor, sus dedos aferrándose a la camisa de Harry. Por un momento, todo desapareció: el miedo, la incertidumbre, el peso de los secretos. Solo existían ellos dos, perdidos en el calor de su abrazo.
Cuando finalmente se separaron, ambos jadeando ligeramente, Harry apoyó su frente contra la de Annabella.
— Pase lo que pase mañana — susurró, — estaré contigo. No estás sola en esto.
Se besaron de nuevo cuando el teléfono de Harry sonó abruptamente. Se separaron, y Harry contestó con un suspiro de frustración.
Tras una breve conversación, Harry colgó y miró a Annabella con gravedad.
