XXXIII

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Capítulo 33.

"WE'LL BE FINE LINE"

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Harry's perspective

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Me aparecí en el apartamento. El silencio que me recibió era ensordecedor, como siempre lo había sido desde... desde que ella se fue. Miré a mi alrededor, viendo el desastre en el que se había convertido mi hogar. Botellas vacías, platos sucios, ropa tirada por doquier. Un reflejo perfecto del caos que reinaba en mi interior.

Dejé caer mi capa de auror al suelo, sin molestarme en colgarla. ¿Qué importaba ya? Nada parecía tener sentido sin ella. Sin Annabella.

Su nombre resonó en mi mente, enviando una punzada de dolor a través de mi pecho. Cerré los ojos, intentando bloquear los recuerdos, pero era inútil. Su risa, melodiosa y contagiosa, parecía hacer eco en las paredes vacías. Casi podía sentir la suavidad de sus labios contra los míos, el calor de su cuerpo junto al mío.

—Mierda, Annabella —murmuré, mi voz quebrándose—. ¿Por qué te fuiste?

Me dirigí directamente al gabinete donde guardaba el alcohol. Mis manos temblaban ligeramente mientras sacaba otra botella de firewhisky. Había perdido la cuenta de cuántas llevaba desde aquella fatídica noche en Godric's Hollow. ¿Importaba acaso? Nada parecía aliviar el dolor, el vacío que había dejado su partida.

Me desplomé en el sofá, sin molestarme en buscar un vaso. Bebí directamente de la botella, sintiendo el ardor familiar en mi garganta. Cerré los ojos, dejando que los recuerdos me inundaran una vez más.

Quince años. Quince malditos años que desperdicié, demasiado ciego, demasiado terco para ir tras ella. ¿Cuántas veces había pensado en buscarla en Francia? ¿Cuántas veces me había detenido, convenciéndome de que era lo mejor, que ella merecía algo mejor que yo?

Y ahora, cuando finalmente la había recuperado, cuando por fin habíamos encontrado el camino de regreso el uno al otro, el destino me arrebató a mi Ann. La cruel ironía me hacía querer gritar.

Las lágrimas comenzaron a caer, nublando mi visión. No intenté detenerlas. ¿Cuál era el punto? Nadie me vería aquí, nadie excepto los fantasmas de lo que pudo haber sido.

Mi vida se había convertido en una rutina monótona y dolorosa. Ir al trabajo, fingir que todo estaba bien, regresar a casa para ahogarme en alcohol y recuerdos. Repetir. Una y otra vez.

Elise y Sébestien se habían quedado en Londres, preocupados por mí. Podía ver la lástima en sus ojos cada vez que me miraban. Hermione y Ron hacían todo lo posible por animarme, invitándome a cenar, tratando de sacarme de casa. Incluso Andromeda, que había perdido tanto, intentaba consolarme.

Unsteady ² | Harry Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora