Kakuhidan "La máxima conexión"

Padre e hijo

Tras ese extraño incidente, Itachi y Deidara se apresuraron a la pista de hielo para poder auxiliar al pobre lobito, que seguía tumbado en la superficie muy confundido por la reacción de aquel chico platinado. 

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Una vez dentro del castillo, el rubio se dedicó a detener la sangre y limpiar de forma cuidadosa la herida, para al final cubrirla con un parche. 

-Demonios, ese idiota te golpeó demasiado fuerte, me temo que te quedará una cicatriz, hm- comentó el artista mientras le pasaba los trapos sucios al Uchiha. 

-Eso no me importa- respondió de una forma tan firme el Rey que hizo que los menores le prestaran atención. 

-Entiendo, estás molesto por el ataque, pero debes de entender que Hidan solo estaba asustado- dijo Itachi tratando de amortiguar aquel ambiente. 

Pero entonces el mayor decidió cambiar de forma, volviéndose un lobo qué apenas tenía el tamaño de un perro mediano. 

-No estoy molesto, estoy triste y avergonzado, díganme, ¿qué fue lo que hice para que ese lindo cachorrito se alejara de mí?- preguntó Ren temblando en su lugar. 

Los miembros de Akatsuki se miraron un momento para después sonreír. 

-Vaya, parece que no te diste cuenta, hm- comentó Deidara un poco divertido. 

-Hidan y tú estuvieron a punto de conectarse, es por eso que reaccionó de aquel modo, simplemente sintió pánico y miedo- explicó el Uchiha. 

Aunque eso solo confundió al guardián que inclinó su cabeza demostrando que tenía más dudas.

-¿Conectarnos?, no lo entiendo- 

-Hace unas semanas nos viste haciendo la máxima conexión, ya sabes, cuando apareció Hidemi, hm- señaló Deidara. 

Ren se quedó un minuto en silencio recordando cómo aquellos niños formaron a un ser tan único, maravilloso y perfecto. 

-La fusión es algo muy personal, que solo se obtiene cuando hay un vínculo, Hidan fue el primero en lograrlo con su compañero de equipo y luego lo hizo con nosotros- dijo el Uchiha mientras le daba unas cuantas caricias al Rey. 

El mayor comenzó a mover la colita por aquellas muestras de afecto que lo hacían sentir de verdad feliz. 

-Entonces, ¿por qué reaccionó así?, ¿tan desagradable le parezco como para casi cortarme el cuello?- se deprimió casi al instante el lobito. 

Deidara soltó una risita sintiendo lástima por aquella bola de pelos. 

-Tendrás que preguntárselo personalmente, anda, creo que esta en la cima del castillo viendo la nieve caer, hm- 

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Sintiendo una punzada en el corazón, Ren subió las escaleras hasta dar un amplio balcón, en donde Hidan estaba sentado en el suelo mirando aquel cielo que le regalaba un bello espectáculo. 

Nervioso por la reacción que podría tener el religioso al verlo, se aproximó a él con cuidado, agachando las orejas, y soltando un sonido lamentable que expresaba arrepentimiento. 

Hidan se giró para ver cómo el Rey venía hacia él en una forma tan patética que hasta le sacó una sonrisa. 

Poco a poco, el lobito llegó al lado del creyente para posteriormente dejarse caer en el suelo, esperando alguna señal. 

Pasaron los minutos, hasta que la voz del religioso se escuchó. 

-¿Cómo está tu herida?- 

-Estoy bien, duele un poco, pero no es nada para preocuparse- 

-Ya veo- 

Nuevamente hubo un aplastante silencio que incomodó al lobo, pero esta vez el mayor decidió romperlo con sus lloriqueos. 

-¡Hidan, lamento lo que pasó hace rato, no era mi intención que nos conectáramos, de verdad lo siento!- 

El menor frunció el ceño y con un leve rubor en sus mejillas decidió volver a hablar. 

-Me molesta que pudiéramos lograrlos en tan poco tiempo- 

-¿Qué?- 

-¿¡Sabes cuánto tarde en fusionarme con el anciano y esos idiota!?, ¡casi 4 años!, ¡y ahora apareces tú y en tan solo unas malditas semanas somos capaces de lograrlo!, ¿¡qué mierda significa todo esto!?, ¿¡cuál se supone que es nuestro maldito vínculo!?- 

Esas palabras dejaron en shock al guardián. 

-Solo, no lo entiendo, con una mierda, en verdad estoy enojado- admitió el jashinista apretando los puños. 

Ren se quedo unos segundos pensando en alguna respuesta qué pudiera alegrar el corazón de aquel chico tan ruidoso. 

Y casi como un milagro, la respuesta perfecta llegó a su mente. 

-¿Qué tal si lo nuestro es como el amor de un padre hacia su hijo?- 

El menor se quedó blanco al oír tal cosa, nunca en toda su vida había escuchado algo tan ridículo, cosa que lo hizo soltar una gran carcajada. 

-¡Jajajajajajajajaja!, ¿¡lo dices en serio!?- Hidan se limpiaba las lágrimas debido a las ocurrencias de Ren. 

-¡Claro que sí, ustedes son como los niños que siempre quise tener, no los engendre pero de verdad los siento como míos!- confesó el lobito poniéndose de pie. 

El creyente paró de reír para luego depositar en la cabeza del mayor unas cuantas palmadas. 

-De acuerdo, puedo aceptar eso, pero ni pienses que te llamaré “papá” eso sería en serio patético- 

-Ya lo veremos- dijo el mayor dándole al más bajo unas cuantas lámidas en la mejilla. 

-¡Jajajajaja, aléjate sacó de pulgas!- 

Por desgracia su felicidad duró poco, ya que el ruido de una fuerte explosión sacudió el castillo haciendo que los presentes se pusieran alerta. 

-¿¡Nos atacan!?- preguntó Hidan mientras se ponía de pie. 

Ren regresó a su forma humana, para activar el brillo de sus ojos color sangre y ver quien era el bastardo qué se atrevía a profanar sus tierras. 

El jashinista se asomó al balcón para ver si era acaso una emboscada, pero grande fue su sorpresa al ver que a unos metros de la puerta, se encontraban Kakuzu, Sasori y Kisame. 

“Esto no terminará bien” pensó Hidan antes de ir a buscar a sus mejores amigos. 

Kakuzu que notó la presencia del guardián, de nuevo endureció su brazo para darle otro golpe aquella enorme puerta, y claro que esta vez logró derribarla haciendo enojar al Rey.

"Estos bastardos no tienen idea de con quien se están metiendo" pensó el lobito para estirar su brazo e invocar una enorme espada roja.

Sasori colocó su mano sobre el pecho de Kakuzu indicando qué retrocediera.

-Ahí viene- comentó el marionetista.

Los ninjas retrocedieron unos pasos para ver cómo Ren aterrizaba lleno de ira.

-Están muertos- dijo el Rey listo para que la sangre corriera por las heladas montañas.

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