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Los golpes llegan a su rostro, pero al mismo tiempo se siente como si llegaran a su pecho, dando justo en el corazón. No sabe si le duele más los moretones en su cara o el dolor inmenso en su pecho.

—¡Cariño, ya sueltalo! - grita su madre tratando de detener a aquel mounstro.

—¡Era lo único que me mantenía orgulloso de ti y decidiste arruinarlo! - dice depositando otra cachetada en su mejilla haciendo que quede roja. —¡Y para acabarla te metiste en una maldita pelea!

Al parecer terminó por cansarse de tantos golpes porque termina soltandolo dejando que caiga al duro piso golpeando levemente su cabeza. Los golpes de hace unas horas quedaron más magullados y las curadas que le dió su amigo habían quedado en el olvido dejando abrir paso a nuevos golpes esta vez dados por otra persona que también lo odia.

Su padre.

—Cariño, no te enojes con él, sólo fue un accidente. Él no quería hacer eso ¿Verdad mi niño? - su madre se agacha a su altura y acaricia su cabeza con suavidad.

Sin embargo el no dice nada, sólo se queda tirado en el piso sin mover ni un músculo, sintiendo como el frío del suelo lo abraza tratando de volverse cálido.

—Accidente fue haberlo tenido, de no ser por tu descuido no estaríamos batallando con él.

—No digas eso, es tu hijo.

Su padre, quien no parece serlo le da una mirada de desprecio, de decepción.

—Ojalá no lo fuera.

Después sale de su habitación y cierra la puerta fuertemente dejando solos a su madre y a él.

Su mamá lo levanta del suelo como puede, y lo sienta en su cama viendo sus múltiples golpes en su rostro.

—Está bien mi niño, no pasa nada no lo dice en serio, él te ama. - dice mientras lo abraza con delicadeza.

—Si está es su forma de amar ojalá no lo hiciera.

—Él siempre ha sido un poco complicado, pero tranquilo, no pienses más en eso. Voy a curarte.

Deja a su hijo un momento para ir por el botiquín que se encontraba en su closet, saca algunas cosas y toma su rostro con una mano y con la otra empieza a limpiar la sangre de su labio con un paño limpio. Lo cura en silencio, ninguno suelta una palabra aunque él sabe que ella quiere decirle de todo, que lo ama, que no se preocupe por su padre, que en realidad ya se quiere ir de esa casa, pero no puede; nada sale de su boca.

—Sabes que puedes divorciarte de él, yo estaré bien.

—Sí, lo pensaré. - siempre decía lo mismo "lo pensaré", dando a entender que esa idea se perderá en su mente al momento en que su esposo le de un ramo de flores y una disculpa a ella y a su hijo.

—Deberías esta vez pensarlo más.

Su madre sólo asiente dándole una pequeña sonrisa.

—Ese chico que te golpeó tiene mano dura. - se burla al ver los golpes que le había dejado Jisung.

—Creo que sólo lo hice enojar demasiado. - ríe junto con ella.

—Minho, yo sé que tú no eres malo, eres mi niño, te conozco. No importa que lugar tengas en la escuela yo siempre voy a estar orgullosa de ti, pero creo que deberías disculparte con él por lo que hiciste.

Su madre era su debilidad, la forma en que le hablaba, como le acariciaba la cabeza y como lo abrazaba lo hacían sentir protegido, como si nadie pudiera tocarlo. Por lo que siempre le hacía caso en todo lo que pedía.

Ambition; minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora