Quindici

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-Algo anda mal. Estoy segura. -La voz de Madre se aclaró a través del agua reluciente antes de que su rostro tuviera tiempo de materializarse-. Todavía es de noche, lo que significa que la bestia está despierta. Sin embargo, me llamas, como si fuera la decisión más inteligente considerando tu situación. ¿No te advertí acerca de usar tus poderes durante la noche?

-Jaehyun no vendrá aquí. -Ya anhelaba recoger el cuenco y tirarlo al otro lado de la habitación. Pero me mantuve firme, mordiéndome el labio inferior para mantener mi tono libre de molestias-. Estamos a salvo para hablar.

Su ceño afilado se frunció, creando líneas a través de su casi perfecta frente.

-Te refieres a él por su nombre.

-Un nombre que presiento que conocías mucho antes de enviarme aquí -espeté.

Madre hizo una pausa antes de responder, mirando a alguien que estaba sentado frente a ella. Fuera de la vista del cuenco de adivinación.

-No fue un dato que consideré lo suficientemente importante como para que lo supieras. Su nombre no cambia nada el resultado final. Todo lo demás que has aprendido de mí, sí.

¿Qué más me había ocultado? Entrecerré la mirada, bajando el fuego para que no hirviera el agua del recipiente.

-Háblame de la primera persona que asesinó. Aquel cuerpo que dejó en el límite.

-¿Por qué te importa?

Me incliné, silbando con los dientes apretados.

-¿Así que no niegas saber más sobre él? Por favor, ¡dime qué otra información has decidido que no necesito saber!

-Lo que sea que se te haya metido puede cesar de inmediato, Renjun. Soy tu madre, no me hables de esa manera.

-No me gusta que me mientan -dije, agarrando las sábanas debajo de mí hasta que mis nudillos imitaban su blancura.

-Nadie te ha mentido -respondió Madre, con una voz tan fría como la de Jaehyun

-Quizás nunca has pensado en hacer la pregunta.

-Entonces dime. Pregunté ahora, ¿no es así?

No pude entender los murmullos silenciosos que provenían de la persona sentada fuera de mi vista. Madre no se escondió mientras volvía a mirarlos, escuchaba atentamente antes de asentir con la cabeza.

-Él era simplemente una víctima. Ahí está, ahora sabes tanto como yo. Su cuerpo fue drenado de sangre por completo. Borracho disecado por la misma criatura a la que deberías estar acercándote. En lugar de presionarme haciendo preguntas, ¿has pensado en preguntarle?

Ella me estaba ocultando la verdad. Lo sabía.

-Dime quién era -presioné de nuevo, sin rendirme hasta que estuviera

satisfecho.

-Renjun.

-Dime.

-¿Qué ha ocurrido para llevarte a tal estado? -preguntó por primera vez con calma, inclinándose sobre el cuenco hasta que su cortina de cabello oscuro y liso cayó sobre cada lado. Daba la ilusión de que solo nosotros dos teníamos la conversación. Aunque sabía que otros escuchaban desde su lado.

Quizás Minjeong me escuchó, escondida en su forma astral. Quizás ella también sabía sobre la ira hirviente que mantuve enterrada, confiando en que este no era el momento de decirme qué hacer.

-No falta mucho para el fatídico día, Renjun. No dejes que temas tan insignificantes nublen tu mente y la tarea que tienes entre manos. Te haré un favor y te diré todo lo que deseas saber cuando regreses a casa con su cabeza. Considéralo como otro obsequio pendiente hasta tu exitoso regreso.

-¿Por qué no ahora? -Me recliné en la cama, enterrando mi rostro en mis manos, derrotado-. ¿Qué pasa si no regreso?

Casi sentí el cambio de temperatura en la habitación. Cómo la tormenta mundana que se elaboró dentro de Madre estuvo a unos momentos de estallar. Si ella de verdad tuviera tanto poder como yo, hubiera sido imparable.

-Entonces no merecerás nada. Si fallas, te mereces lo que viene.

Conmocionado, apenas pude contener la respiración el tiempo suficiente para idear una respuesta.

-Madre...

-Eres diferente desde la última vez que me llamaste. Más suave. No la daga de filo duro que he moldeado con mis propias manos y mi propio sacrificio. -Madre respiró temblorosa, batallando duramente para mantener la ira que sentía-. Siento un cambio en ti, uno que me llena de gran preocupación.

Mientras mantenía los ojos cerrados, los destellos de horas desperdiciadas de preparación estallaron a través de mi mente, días de magia y entrenamiento físico, donde a los niños de la ciudad se les permitió ir a la escuela y aprender cosas mundanas. Ellos, a diferencia de mí, no tenían encima las preocupaciones de la supervivencia de los de su propia especie.

-No fallaré -dije en voz baja. «¿No lo haré?». Esa voz burlona regresó en el fondo de mi mente.

-Dilo lo suficiente y puedo empezar a creerte.

Su desconfianza en mí hizo que mi corazón se endureciera. Tiró hacia abajo de mi estómago y me hizo sentir mal. Miedo. Me hizo sentir inútil bajo su mirada vigilante y juzgadora.

-Madre, no fallaré.

Llegué a lamentar haberla llamado. De nuevo.

-Tengo un consejo para ti, Renjun. Olvídate de los pequeños detalles y céntrate en por qué estás allí. Puedo ver que la criatura se ha abierto camino hasta tu mente, haciéndote hacer preguntas que nunca hubieras pronunciado antes de entrar en su dominio. Continúa enfocado. No solo por nuestro bien, sino por el tuyo propio.

Madre debe de haber golpeado el cuenco de la mesa, porque su visión desapareció después de un movimiento repentino.

Frustración no solo causada por ella, sino por lo que dijo. Tal vez ella tenía razón en que Jaehyun se metió en mi mente. Solo pensar en él hizo que mis labios se estremecieran como si su beso hubiera perdurado. Tenía que concentrarme. Fue culpa mía, permitir que Jaehyun me ablandara con sus palabras. Moldeándome con su intensa presencia y sus manos. «Manos fuertes». Sin embargo, tenía que acercarme a él, lo suficiente como para atraparlo en su punto más vulnerable. Lo que sea que eso significara al final.

La persistente presencia de Madre hizo que la habitación se sintiera insoportablemente fría. Me tapé las piernas con las sábanas, evitando las sacudidas que me hacían temblar como una hoja en una tormenta.

¿Quién fue la primera persona que murió en sus manos? ¿Dónde estaba el libro? ¿Por qué mi madre y Jaehyun querían ocultármelo?

Me senté así durante un rato, repasando las preguntas solo para añadir más a medida que avanzaba. El sueño era imposible, y el hambre habitual que solía tener, no la sentía.

Una y otra vez repasé los acontecimientos del día, tratando de encontrar una razón para la necesidad de mantener el secreto. Jaehyun estaría escondido en cualquier agujero oscuro al que se retirara durante el día. Incluso si quisiera encontrarlo, estaría en...

«El sótano».

La palabra resonaba en mi tormentosa mente. Era un lugar, en las profundidades del castillo, muy por debajo del mismo aposento en el que me enfurruñaba. Un lugar libre de la luz del día. Perfecto para que Jaehyun lo habitara hasta que volviera a caer la noche.

Me levanté de la cama como un rayo, sabiendo exactamente a dónde tenía que ir en busca de respuestas. Y tenía una idea de dónde encontraría la entrada.

IncantareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora