Diciotto

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Mi madre me había dicho una y otra vez que el cuerpo que se dejó para que lo descubrieran primero los aldeanos estaba completamente desangrado. Vacío. Un recipiente de solo carne y huesos. El sanador local había estudiado los restos solo para encontrar cada vena y vasos sanguíneos secos, como un pétalo bajo el sol.

Sin embargo, el cuerpo no había sido rebanado, cortado o apuñalado con una espada.

Solo las múltiples marcas de pinchazos que salpicaron el cuerpo de la víctima dieron evidencia de lo que le pudo haber pasado.

Dos pequeñas marcas arrugadas, la distancia perfecta de una mandíbula apretada.

«Sangre». La voz de Jaehyun resonó a través de mí.

-No te tengo miedo -le dije sin saber de dónde venía el comentario; tampoco estaba seguro de si era verdad o no.

-Deberías. -Jaehyun me fulminó con la mirada, sus ojos rubí estaban arrugados por la angustia-. Por favor, dame un momento. Seré capaz de... controlar esto. El sentimiento pasará.

Remé en el agua, con el cuerpo tenso, mientras esperaba a que Jaehyun recuperara el control sobre su hambre. Hambre de sangre.

En esos momentos de silencio, empezó a tener sentido lo que ocurrió en la última noche durante la luna de sangre. ¿Habría perdido gradualmente su sentido de la realidad a medida que se acercaba el momento del día fatal?

Me estremecí cuando Jaehyun se dio la vuelta. Atrás quedaron las líneas en su frente y los labios estrechos. Su rostro estaba una vez más relajado, pero sus ojos brillaban con vergüenza.

-Parece que me he acostumbrado a arruinar el ambiente. -Jaehyun se echó un puñado de agua en la cara, lavando la tensa emoción de su rostro. Sus manos eran grandes. Sus dedos, increíblemente largos, ahuecaron perfectamente su rostro mientras suspiraba en ellos por un momento.

-Dime cómo te sientes. -Nadé hacia él, cerrando el espacio entre nosotros que tan desesperadamente no deseaba tener.

-¿De verdad deseas saberlo? -Jaehyun bajó las manos y miró hacia arriba lentamente, con gotitas de agua cayendo de sus pálidas pestañas.

La niebla del lago creó una pared entre nosotros que solo mi respiración podía penetrar. Jaehyun se quedó completamente quieto hasta que estuve frente a él, mis manos alcanzaron su estómago duro bajo el agua. Se tensó cuando lo toqué. Me estimulaba bajar mis dedos desde los montículos de los músculos de su estómago hasta las suaves líneas que coronaban sus caderas. No miré debajo de la capa azul, pero pude sentir que su virilidad estaba cerca de donde mis manos se posaron.

-No habría preguntado si no hubiera querido saber.

-Solo se puede describir como hambre pura y agonizante. Aunque desde la maldición el tiempo se ha vuelto confuso a lo largo de los años, supongo que se asemeja más a la sensación de no tener sustento durante un largo tiempo. Tuve la suerte de que eso no sucediera durante mi juventud, pero solo puedo imaginar lo similar que debe ser el sentimiento.

-Pero puedes controlarlo. -Mis manos se movieron lentamente alrededor de la parte inferior de su abdomen, trazando las líneas de su estómago cincelado.

-No lo describiría como control. Es más bien la sensación de enterrar un sentimiento hasta que es demasiado grande para mantenerlo oculto.

-¿Todavía lo sientes? -Un escalofrío recorrió mis hombros y cuello expuestos.

Me sentí demasiado exhibido cuando sus ojos se posaron en la parte brillante de mi piel.

Jaehyun asintió lentamente, sus ojos se enfocaron en mis labios

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